domingo, 22 de mayo de 2011

Respeto.

Hoy he ido a votar. Presidiendo la mesa que me había asignado la administración había no uno sino tres símbolos religiosos: una cruz, una imagen del Papa y una imagen de la Virgen. De una forma muy calmada, he ido a hablar con un representante de la administración y le he comunicado mi descontento a lo que él, también muy amablemente, me ha contestado que podía poner una reclamación, como ya había hecho más gente a lo largo del día. Me indicó cómo hacerlo y que, una vez rellenado el formulario, la presidenta de mi mesa debía firmarlo. Mi reclamación denunciaba lo siguiente: "Símbolos religiosos presiden la mesa electoral."
Cual no ha sido mi sorpresa cuando dicha presidenta ha empezado a increparme. "Eso es mentira. No hay ningún símbolo religioso presidiendo la mesa porque la única que preside la mesa soy yo. Yo esa reclamación no la firmo." El alboroto de sus gritos ha ido llamando la atención de más y más gente, responsables de las mesas y votantes. El argumento principal era que "antes de ir a votar, yo ya sabía que ese era un colegio religioso" y a mi respuesta "ya, pero es que yo no puedo elegir dónde votar" la contestación ha sido "pues si no te gusta, no vengas a votar".
Me he ido de allí, después de haber puesto la reclamación con ayuda de una representante de IU, mientras varias personas me gritaban "irrespetuosa" y "sinvergüenza".

viernes, 17 de septiembre de 2010

Cosas que sólo se aprenden en el dentista

Tras una intervención con anestesia, salgo del dentista. Cualquiera que haya pasado por eso, conocerá la irrefrenable necesidad de probar qué se siente al no sentir nada. Muerdo levemente, sé que no dolerá y no duele. Y pienso cuántas veces he deseado ser así yo. Insensible al dolor. Y sigo mordiendo y sigue sin doler. Ser inmune al dolor. Poder acercarte a las personas sin temor a que algún día te muerdan y te dejen, en el suelo, retorciéndote de sufrimiento. Sería fácil. Tremendamente sencillo.
Una única gota, un sabor me despierta. Pero no duele. Sangre. Y así, de pronto, recuerdo lo importante que es el dolor. Es, en realidad, lo único que nos defiende del exterior. Es, en realidad, nuestro único escudo. El aviso de que algo va mal, un quejido del cuerpo que nos hace darnos cuenta. En muchos casos lo único que nos recuerda que estamos vivos.
Sin dolor, seguiríamos mordiendo. Seguiríamos sangrando. Seguiríamos sufriendo, sólo que sin darnos cuenta. Tendríamos las mismas cicatrices, abiertas y cerradas. No evitaríamos que nadie nos mordiera, no evitaríamos que se llevaran pedazos de nosotros. Pero sin dolor.
Prefiero darme cuenta de que alguien me muerde, que alguien me desgarra, me deshace. Prefiero saber qué partes de mi faltan, qué partes se han llevado. Para retroceder. O avanzar.
Y así, de pronto, me doy cuenta de que, tal vez, no sea tan malo que me duelas, amor.

lunes, 19 de abril de 2010

Secretos

Nadie sabe por qué siempre llevo la primavera en la funda de mis gafas. Nadie sabe quién escribió palabras en las notas de mi pantalla, ni por qué una rata mira siempre a París. Nadie sabe qué pone en el techo, por qué una oveja siempre va conmigo, por qué llevo un ‘te quiero’ escrito en el cristal. Nunca le he dicho a nadie por qué los bombones están sin empezar, ni por qué mi hipopótamo se llama Mickey. Nadie entiende por qué escucho las mismas canciones, una vez, otra y otra. Nadie sabe por qué espero en la esquina si sé que no vas a venir, por qué ya no me gustan los aeropuertos, por qué me paro delante de una puerta de cristal. Nadie sabe por qué lloro de repente, por qué paseo por la ciudad mientras sonrío. Nadie sabe a quién busco en cada rincón, a quién echo tanto de menos, por qué no te puedo olvidar.
Nunca le digas a nadie que, para estar un poco más cerca de ti, duermo con tu pantalón. Es un secreto.

http://www.youtube.com/watch?v=KNHiHa2fhI8

martes, 13 de abril de 2010

Chicles de canela

Con la última mitad va el último suspiro de mí, como el pedazo de un cristal roto que se te ha olvidado recoger y con el que te cortas sin querer. Dejo ambos en tu bolsillo, al borde sin darme cuenta, esperando que no se caigan. Pero no lo consigo. ¿Recogiste los dos o sólo el que podías ver? Nunca sabré si me perdí. En ese momento tampoco me importó. No, porque te veré mañana. Mañana que ahora es ayer, o antes de ayer, o un día del que hace demasiado tiempo.
Tuve sueños bonitos aquella noche. De un botón que hacía que todo girase más rápido, aunque a ti no te gustase. Soñé con ramas de madrea, que hacía un ruido espantoso al romperse. En mi sueño había ratones, hipopopopotatamos, peces amarillos con rallas azules, ovejas. Jugaba a “piedra, papel o tijera” y siempre ganaba lo mismo.
Y, mientras escribo y sigo ganando, miro a mi alrededor y todo se desvanece. Sólo me quedan un par de acordes y, en las mano, una manzana mojada, un trozo de papel con agujero y una caja que aún conserva su olor.

lunes, 12 de abril de 2010

Versos para ti

Hay momentos, pocos, en los que encuentro sentido a escribirte. Aún no he decidido si son fruto de una locura desesperada o de la más clara lucidez. Son instantes solitarios, en los que te echo tanto de menos que mi imaginación me traiciona.
Es entonces cuando te escribo. Para sentirte un poco más cerca, para que dejes de ser sólo en mi cabeza y para que, cuando algún día me leas, sepas que me acuerdo de ti.
Te escribo en esos momentos en los que te busco en todos nuestros rincones, que nunca sabré si son míos o de los dos.
Hoy quería escribirte. Quería que supieras que, cuando vuelvas, te estaré esperando con un montón de globos. Cuando vuelvas, los ataré a tus sueños. Para que nunca se olviden. Para que nunca se caigan.



http://www.youtube.com/watch?v=93jxkqG0gWc

jueves, 18 de febrero de 2010

El mar y las piedras


El mar ronronea incesantemente. Las olas siguen, sin parar nunca, chocando contra la playa. El agua se cuela entre las piedras encontrando cada hueco libre, haciéndolas chocar con un leve susurro. Y se retira, dejándolas solas, tristes, desamparadas. Intentan ir detrás, inundadas de vacío, de sed, más no pueden, se escapa. Pero, cuando creen estar muriendo, envueltas de una inmensa agonía, el mar regresa, para abrazarlas, para recordarles que está ahí, que nunca las dejará, porque son lo más valioso que tiene. Las piedras lloran de alegría, se enredan en el agua que las acaricia suavemente. Y así, en tal excitación, se quedan hasta que el agua se marcha, las deja de nuevo, y tiemblan, asaltadas por el horrible miedo de que el mar no vuelva, de que se olvide de ellas. Pero siempre vuelve, el mar siempre vuelve, enamorado. Aguarda impaciente el momento de regresar cuando está lejos, y disfruta cada instante del abrazo. ¿Qué por qué se va? Porque cada vez es mas bonito el reencuentro. Pero nunca se va del todo. Siempre se queda cerca, aguardando impaciente, que las piedras le llamen.

martes, 1 de diciembre de 2009

¿Imaginas?

¿Imaginas ponerte todos los días unos zapatos que te hacen daño?
¿Imaginas pincharte con las espinas de una rosa y, en vez de poner más cuidado, intentar la siguiente vez cogerla con más fuerza?
¿Imaginas cuidar con esmero una herida para no dejar que se cure nunca?
¿Imaginas cortarte con un cristal y contemplar cómo brota la sangre?
¿Imaginas salir a la calle en pleno invierno, desnuda, y disfrutar la nieve bajo tus pies descalzos?
¿Imaginas tocar el fuego mientras te deleitas viendo cómo todo arde?
¿Imaginas cortar una cebolla y no querer dejar de llorar nunca?
Entonces…
¿Por qué tropezar una y otra vez con la misma piedra?
¿Por qué levantarse y volver a estrellarse con la misma pared?
¿Por qué no soltar lo que hace daño?
¿Por qué aferrarse a cosas imposibles?
No hay razón alguna para sobrevivir a base de amores pasados que no fueron cuando pudieron y que nunca más serán.

jueves, 30 de julio de 2009

28/Julio/2009

El sol entra de puntillas por la ventana y acaricia mi cara. Parecen tus manos despertándome y abro los ojos. ‘Buenos días’, me dice la mañana, arrancándome una sonrisa.
Sin hacer ruido me levanto y salgo fuera. Lo que queda del frío de la madrugada me lava la cara, aún queda rocío en el césped.
Camino. Sé dónde me llevan mis pies y no intento resistirme.
El asfalto que sentía bajo mis pies ya no está. En su lugar, fina arena. Sigo andando hasta que siento el agua. La playa está desierta. El mar es el único sonido y la única vista. Es la única compañía. Me voy sumergiendo en él, dejo que acaricie cada parte de mi cuerpo, piel con piel. Nada me ata ya, ni siquiera la ropa. Dejo mi cuerpo flotar sobre la superficie, mirando el cielo tan azul, para que me reconozcas si vienes.
Oigo a alguien en la orilla. Sonrío mientras me pregunto cómo me habrás encontrado. Salgo del agua despacio, intentando atrapar este momento de tranquilidad. Tranquilidad por saber que, al final, has venido a buscarme. Pero, cuando lo único que queda dentro del agua son mis pies, me doy cuenta de que no eres tú. ‘¿Estás bien?’, me pregunta la figura. Una sonrisa como respuesta.
Mis pies deciden que es hora de irse, me alejo de la playa.
Te dejo en el mar, con mi baño. Como un mensaje en una botella, espero que te llegue al otro lado del mundo.

27/Julio/2009

No sé cuántas estrellas se ven desde tu lado del mundo. Supongo que muchas, muchas más que aquí. Ni siquiera sé si las miras y no creo que, si lo haces, te acuerdes de mí. Pero hoy, tras un día de lluvia y prisas, el universo me regala este momento.
Descalza, he buscado un pequeño rincón de oscuridad y me he tumbado en la hierba. El cielo, coloreado de noche, está manchado con innumerables puntos brillantes.
Inspiro aire limpio, con calma, llenándome de oscuridad. Y te echo de menos. Pienso en que, tal vez, te gustaría estar aquí, tumbado conmigo, viendo a través de mis ojos y sintiéndote tan pequeño, dejándote inundar por la inmensidad de todo lo demás. Pienso que te enseñaría las constelaciones y te contaría historias pasadas, de qué les llevó allí.
Tanto te pienso que me niego a volver a la realidad, a mirar a mi lado y no encontrarte. No sé si lo que se me escapa es una sonrisa o una lágrima. Lo que sí sé es que la felicidad debe parecerse a esto.

25/Julio/2009

¿Te acuerdas de cuando cabías en un castillo de arena? Cerca del mar todo parece más fácil.
Muevo los pies desnudos, no me gustan los zapatos. Juegan con la arena mientras me acerco al agua, hasta que lo toco. Y sonrío. Sonrío pensando en ti y en lo que te gustaría estar aquí. Busco rincones nuevos para enseñártelos cuando ventas, si vienes algún día. Miro al horizonte y pienso si tú estarás al final del mar, al otro lado de la línea.
Y te echo de menos.

lunes, 13 de julio de 2009

Amets egiteko

Poco convencida dejo irse a mi cordón umbilical, desaparecer entre la muchedumbre, irse con otros. No puedo creer que las bicis nuevas queden tan lejos. Siento que todo se encoje a mi alrededor, también la ropa. La ropa que llevaba puesta, ya no. ¿Dónde estarán los leones? Estás de vacaciones, ¡de vacaciones!, me digo, como si lo repitieses tú.
Abro los ojos. Me acaricio las piernas, pero no encuentro nada golpeándolas. ¿Y la cara? No, tampoco hay manos en mi cara. Ni siquiera agua. Miro el reloj: demasiado tarde para los cuernos. Aunque no tengo sueño, te lo cuento. Que es demasiado tarde.
Mis manos están vacías. Las observo por un lado y por otro pero no puedo encontrar nada. Sólo una canción sin sentido y un guante de látex, aún sin armar. Al levantar la vista para buscarte, me doy cuenta de, aunque pensaba que estaba sola, no es así. Estoy en medio de 80.000 personas y no puedo evitar reír. Sin poder creerme que sean tantas (80.000!!!!!!!!!!!!!) empiezo a contarlas… en inglés. O T T F F… Una lágrima comienza a caer, no puedo parar de reír.
Mejor ir a por un poco de agua. Cuando comienzo a beber, un extraño sabor me invade. PERO CUANTA SAL!! Me miras y te ríes, tú lo sabes. Pero ya no me importa porque así tú foto da sentido a la mía.
Busco casas, casas bonitas, para verlas juntos aunque soñemos por separado. Yo tengo una aquí. No es fea. Es cómoda, siempre caliente, siempre con la puerta abierta. Quisiera quererla, quisiera que me gustara. Pero no lo consigo. Sólo pienso en una casa que está lejos, en medio de una montaña. Para llegar hay que atravesar fría nieve y peligrosos ríos y, cuando llegue, estará cerrada. Pero no me importa, aunque mi cabeza diga que tengo un pequeño “síndrome”.

Podría seguir y seguir. Escribir de mi nariz y del mejor jugador a los palos, de manos teñidas y de quitarte pinzas en el desván, de cervezas, de juicios en medio del campo. Pero todo eso ya lo sabes.
También podría empezar diciendo “si mi cuerpo fuera pluma…” pero no quiero mentirte.
Prefiero contarte la sensación de libertad que sólo tú me has enseñado. Prefiero decirte que me gusta la forma que tienes de dejar todo mi mundo del revés, de hacer añicos lo que debería ser y dejar paso a todo lo demás. Prefiero que sepas que me gusta sentarme en cualquier sitio a no hacer nada. Me gusta hacer masajes mientras tú haces cosquillas y planear secuestros. Me gusta que medio chocolate sepa mejor que uno entero. Me gusta cuando me dices “ven aquí” porque has encontrado algo bonito y me gusta buscar cosas curiosas para enseñártelas. Hasta podría llegar a acostumbrarme a que interrumpas mis horas y grites en mi oído. Imagínate que hasta me gusta que me despiertes tocándome la náriz…

No sé en qué palabra podría resumirlo todo, porque quizás no exista, pero me gusta pensar que está cerca de la isla que se convirtió en montaña… por tu culpa.

domingo, 28 de junio de 2009

Hay miedos que pueden resultar más peligrosos que otros. Hay personas con absoluto pánico escénico que son incapaces de ponerse delante de un amplio número de individuos. Pero, aún así, creo que es más fácil hablar delante de una masa anónima que enfrentarse cara a cara, mirando a los ojos, a una persona, alguien con rostro, con nombre y apellidos.
Cuando tengo la sensación de que he dejado palabras en el tintero, palabras que no han sido pronunciadas, siempre pienso que sólo hay dos motivos por los cuales esto sucede: o, por alguna razón, no he querido hacerlo o no tengo el valor para buscar las palabras. Piensa que ambas necesitan solución.
No sé con cuál de tus personas quedarme: con la que se enfrenta y da la cara o con la que se esconde entre palabras confusas. Tampoco sé qué te lleva a cambiar, a ser una u otra.
Pero creo que, al fin y al cabo, es un acto de cobardía y que, en el fondo, me subestimas.


"Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez." (William Shakespeare)

Ana.

PD. Cuando concluya el silencio (por cierto, es laboral) sabrás de mí.

miércoles, 24 de junio de 2009

Fresas con champán


Nunca me había parado a pensar por qué se toman las fresas con champán. ¿Tú te lo habías preguntado alguna vez?
Le prestaba una atención relativa a Pretty Woman hasta que Richard Gere lo dijo: el champán aumenta el sabor de las fresas. ¿Será verdad? Y mi cabeza empezó a funcionar. Sin permiso, como siempre. Mi interés hacia el resto de la película desapareció. Fresas y champán. La burbujeante bebida es más de Navidad, la fruta roja viene con el verano. Tal vez sea el invento de un avaricioso príncipe que lo quería todo junto, el frío y el calor. Quizás fue una bruja la que los separó, como castigo a un exceso de lujuria. ¿Y por qué juntos representan una sensual seducción? ¿Lo sabes tú? ¿Lujo y sensualidad? ¿Desinhibidor y afrodisiaco? O a lo mejor sólo es una tontería más, que únicamente tiene importancia cuando alguien se la da, como yo.
Iré a comer unas fresas, para el champán aún es pronto. Seguramente exista una sencilla respuesta química y la mezcla de ambas sustancias haga que aumente el sabor. Preferiría pensar que no, para tener algo sobre lo que escribir.

viernes, 19 de junio de 2009

Sobredosis

Su espalda apoyada en la pared. En una mano se consume un cigarro, la otra sujeta su cabeza que pesa demasiado como para permanecer erguida. No entiende cómo ha llegado a ese punto, ¿qué he hecho?, ha vuelto a caer. Lo ha intentado. Con todas sus fuerzas ha intentado resistirse. Pero él acabó siendo más fuerte, su debilidad. Su única debilidad. Y ahora ya no hay vuelta atrás, ahora corre por sus venas sin compasión. ¿Qué he hecho?
Comienza a sentir cómo va nublando su cabeza, cómo inunda sus pulmones. Intenta atrapar una última bocanada de aire. Pero es demasiado tarde, todo está perdido.
Cuando está a punto de abandonarse a la locura, la despierta una suave brisa. Inunda todo con un olor que ella conoce bien. Llena de rabia, se frota la nariz. No, no quiero. No quiere que ese aroma entre dentro de ella. Cuando cree que no puede haber mayor sufrimiento que el que ahora inspira, un sonido le taladra los oídos. Esa voz, dulce. Grita, para sólo oírse a sí misma. Grita, lo más alto que puede, para no oír nada más, mientras con las manos presiona sus orejas. Con fuerza, para no oír nada. Pero queda petrificada. Ha notado una mano recorriendo su piel. Violentamente intenta apartarse, no quiero que me toques. No lo consigue. Sólo quiero abrazarte, retumba la voz y los brazos la aprisionan. Quiere escapar, correr lejos de allí.
Abre los ojos. Sólo para despertarse, sólo para que se acabe. Y ahí está él. Sólo un beso, el suave sonido mientras se acerca. No puede escapar. Y grita, cada vez más fuerte, llora, gime. Con las uñas araña su propia piel, desgarra su propio rostro. Grita. No sabe que no hay nada. No sabe que está sola, que pelea con fantasmas.

Abre los ojos. No sabe dónde está, no sabe qué ha pasado. Le duele cada parte de su cuerpo, la piel le arde. Y está sola. Quiere abrazarle, pero no está. Quiere verle, tenerle a su lado.
Le hace falta mucho esfuerzo para levantarse. Tambaleándose, apenas logra mantenerse en pie. Su mano busca la pared para no caerse, tiene que aprender a hablar sobre el suelo resbaladizo. Un paso, otro. Va a buscar su dosis diaria. Toca su nariz, sangre.
Sabe que no debe, otro paso, pero está irremediablemente perdida: necesita sus palabras, las de él, fluyendo por sus venas.

jueves, 18 de junio de 2009

Larga noche

La noche me oculta. Ahora, cuando nadie me ve, puedo curar mis heridas. Miro a mi alrededor. La pared que tanto esfuerzo me había costado, que con tanto esmero había levantado para protegerme, no es más que añicos, pequeños trozos esparcidos por todas partes.
Asustada e indefensa los voy recogiendo. No puede quedar ninguno o nunca seré capaz de reconstruir me refugio. El pegamento… ¿dónde está? No sé dónde lo he puesto. Mientras lo busco desconsolada, he dejado caer, sin querer, todas las piezas del puzle que llevaba recolectadas. Qué desastre. Volver a empezar. Una lágrima se asoma a mis ojos. Son demasiadas, yo sola no puedo.
Perdida, me tumbo sobre ellas buscando un amparo que ya no existe. ¿Cómo he podido dejar que se rompiera?, ahora que ya no tiene remedio. Como un animal lamo mis heridas. No sabía que las cicatrices que parecen curadas pudieran abrirse de nuevo.
Tumbada en el suelo, rodeada de pedazos de nada, envuelta en un silencio tan atronador que apenas me deja pensar, comprendo que el daño es irreparable. El simple sonido de una respiración o el calor de una piel podría salvarme. Nada.
Sólo la noche se acerca a mí. Para que no se me olvide que estoy sola, me cubre con una áspera manta de oscuridad. Antes de desaparecer, también ella, dice: Así, al menos, no pasarás calor.

miércoles, 17 de junio de 2009

Rosas blancas

“Tu mirada distraída me acarició sin quererlo y en el acto, en cuanto se encontró con la atención de mis ojos, se convirtió en aquella manera tuya de mirar (…), esa mirada tierna que te envuelve y a la vez te desnuda, que te rodea y casi te toca (…). Tu mirada, de la que yo ya no podía ni quería deshacerme, aguantó la mía uno o dos segundos, y luego continuaste adelante. El corazón me latía con fuerza, me vi obligada a ralentizar el paso y, cuando me di la vuelta por un impulso que no se dejaba reprimir, vi que te habías detenido a mirarme.”

Stefan Zweig - Carta de una desconocida

viernes, 12 de junio de 2009

¿Un día cualquiera?

Ruido. Me quejo. Hasta en sueños oigo el sonido del despertador. Abro los ojos. Mal despertar. Otra vez he olvidado que yo no sueño. El reloj dice que es tarde. Correr. Apenas dos minutos para que el agua resbale sobre mi piel. Prisa. Ropa y puerta. Mis pies se mueven solos. Correr. Ruido, empujones y yo sólo quiero dormir. Prisa. Sólo tumbarme en la cama y que nada ni nadie me molesta. Prisa. Entre pisotones oigo un pitido escaparse. Correr. Resoplo. Soy un desastre. Prisa. Correr. Con lo bien que estaba yo en la cama. Calor. Abrir frente a mí. Cerrar. Abrir. Cerrar tras de mí. Correr. Subir. Calor. Otro motor. Prisa. Respiro hondo. Ya está.

La tranquilidad me envuelve. La luz se ha apagado y un cristal da vueltas, sin parar. Pero está quieto, sin preocupaciones. Como yo. Como un rayo cualquiera. Como un ibuprofeno mágico, que puede con todo. Años, historias, viajes. Todo se ha ido. Todo menos una suave voz. No me canso. Ya no quiero dormir, sólo escucharla, sólo paz. Nada se mueve, ojos y risas. Hasta el agua descansa ya.

Vuelve a sonar el despertador. No, yo no sé soñar. Que me pierdo. Adiós. Prisa. Calor. Correr. Correr. Correr.

martes, 26 de mayo de 2009

Este partido se juega en Europa

Hoy me ha llegado una carta. No me gustan las cartas. Están anticuadas, obsoletas. ¿Quién necesita una carta cuándo para salvaguardar la cultura ya están los toros? Todas esas tonterías son culpa de Zapatero. Escribiendo cartas en vez de dirigir el país.
Pero a mí me hace ilusión. Jose Luis me escribe habitualmente. Son cartas largas, llenas de sentimiento. Me escribe para explicarme lo que hace, su día a día. Me escribe para explicarme cómo trabaja para mí, para nosotros. Me escribe para corroborar mis derechos y libertades, para describir sus acciones sociales, sus nuevas propuestas.
Me gusta que me escriba, sus frases me dan ánimo, ganas de seguir. Lo que más me gusta es que siempre lo hace de forma desinteresada, sin ningún fin específico. Únicamente para que sienta que hay alguien que se preocupa por mí, se interesa por mis problemas y los de los demás.
Hoy me ha llegado su carta. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas, de emoción. En su última carta, Mariano me dijo que también me escribiría pronto. Espero que no tarde, me muero de ganas de que, también él, atienda mis necesidades.
Me encanta que se acuerden de mí, sobre todo cuando no piden nada a cambio.

¿A vosotros también os escriben?

sábado, 23 de mayo de 2009

Tormenta

Aún corriendo y mojada, sólo tengo ganas de escribir. Todo lo que se había ido, lo que se me había olvidado cómo hacer, ha vuelto de pronto, disfrazado de tormenta de verano. Gotas de lluvia que me empapan de ilusión, de ganas, de vida.

sábado, 9 de mayo de 2009

De cuando la noche es demasiado oscura

Hacía mucho tiempo que no oía el silencio. El eco del tic-tac de los relojes. Me siento en el suelo, a tu lado. Tú respiración es lo único que lo rompe todo, que me rompe a mí. Quiero tocarte, sentir el calor de tu piel -¿aún queda calor en ti?- pero no quiero despertarte. Descansa. Sobre todo descansa.
No te veo, la oscuridad es demasiado negra. Pero te busco, porque sé que estás ahí. Porque te oigo respirar. Porque siento el calor que te queda –sí-.
Me he prometido no llorar, ser fuerte. Pero no puedo. La desesperación empieza a crecer. Me falta el aire que tú respiras, que te llevas, sin dejarme nada. Quiero ayudarte, pero no sé cómo. No sé cómo hacer que me dejes. ¿Qué hago mal? ¿Qué necesitas? Oigo las preguntas rebotar contra las paredes, pero ninguna me devuelve una respuesta. ¿Por qué no me contestas? ¿Por qué no abres los ojos? Te necesito tanto. Tranquila, no dejes espacio al desamparo. Es él quien te necesita fuerte, es él quien necesita ayuda.
Poco a poco el cansancio se apodera de mí. A tu lado, en el suelo, me voy quedando dormida. En el último momento antes de desaparecer pienso que, mañana, todo seguirá igual. Pero, al menos, tú también estarás despierto.

lunes, 9 de febrero de 2009

Reflexiones nocturnas varias

Muchas veces me siento como Forrest Gump: loca, rara, tonta, diferente. Creo que voy sobreviviendo, como él, por creer que vivo en un juego. ¿Son, realmente, tan transcendentales las decisiones que tomo? Seguramente sí. Pero sigo viéndolo todo con los ojos ilusionados de un niño ante un juego que le gusta, sabiendo que sólo es eso, un juego. Aunque no le guste perder sabe que, antes o después, terminará todo y volverá a ser como era. Tal vez soy como Camino afrontando, con la ilusión que caracteriza al amor, todos los aspectos de la vida. Tal vez como mi querido Frankenstein, siempre diferente, siempre solo.

Me gusta permanecer bajo la lluvia. Sentir una soledad tan profunda que llega a quemar, siempre con la seguridad de que el agua la extinguirá. No soy fácil de conocer, de entender. Eso dicen. No sé si me encierro en mí misma porque me da miedo hacerme mayor o porque jamás he sido una niña.

Nunca había hablado con nadie sobre ti. Hasta ayer. Expresar lo que llevas dentro siempre ayuda a entenderlo mejor. Con la ilusión abrasando cada parte de mí te busqué. Sin encontrarte. Nunca estás lo suficientemente cerca, siempre sólo pasos esquivos. “Como un beso detrás de la oreja”, dice la voz de un anuncio. “O en cualquier otro sitio”, pienso yo.
Lo único que me rescata del naufragio en esta cama demasiado grande es saber que mi nombre es capicúa.
Quiero ser capaz de aceptar la realidad.

Una niña me susurra que no estoy sola. Y yo sé que alguien, en la distancia, está leyendo para mí.

domingo, 18 de enero de 2009

20


Es inherente al ser humano (o eso nos hacen creer) el hecho de hacer un resumen global de nuestra vida en fechas señaladas (o que nosotros mismos señalamos). En dichos repasos, solemos poner el acento en las cosas que no tenemos o que no hemos hecho en vez de en las que sí han sido parte de nuestro camino. Yo, sin querer ser menos ser humano, hago acopio de toda mi valentía he intento hacer un pequeño juicio sobre mis 20 vueltas al sol.
Realmente no tengo nada interesante que contar, nada especialmente gracioso ni memorable. Tengo las manos vacías. Soy una hija normal, una amiga normal, una estudiante normal. No hay nada de mí que sea diferente o extraordinario. Y pienso que eso, tal vez, no esté tan mal.
Sólo hay dos aspectos en mi vida de los que me veo dependiente. La primera son mis ojos o, mejor dicho, mis ojos como instrumento. Todo lo que me rodea merece siempre la caricia de mis pupilas. Podría sentarme toda la vida en un banco y simplemente observar, mirar todo lo que pasa a mi alrededor ya que, por mucho que intente desentrañar cualquier persona u objeto siempre encuentro algo nuevo, siempre se me escapa algo que se le escapa a mi mirada. No puedo evitarlo, no puedo intentar no hacerlo.
El otro acto inevitable es el de pensar. Pienso cosas reales y cosas que me invento, problemas y alegrías, cosas muy y menos importantes, cosas que no pueden ser, cosas que serán, sueños y realidades. A veces me debato entre grandes cuestiones filosóficas, la mayoría del tiempo sobre tonterías. Pero no podría imaginarme una vida sin eso, sin mi cabeza pensante. Muchas veces me dicen “no le des tantas vueltas a una tontería” o “¿pero por qué te haces preguntas tan estúpidas?” o “¿a qué viene eso ahora?”. “Deja de pensar tanto!” y la respuesta siempre es la misma: no puedo. Muchas veces incluso me cuesta dormir porque no quiero parar de pensar.
Al final de un día de duro autoanálisis para descubrir qué o quién soy llego a esta conclusión: unos ojos que observan y una cabeza pensante. Sí, eso es todo después de 20 vueltas al sol.
Y concluyo que algún día tendré que hacerme mayor porque a este paso no llegaré a ser ni siquiera principita.

martes, 23 de diciembre de 2008

Frankenstein o el moderno prometeo

Lo intenté varias veces y varias veces fallé, nada raro. Por más que me lo proponía no era capaz de pasar de la primera página, que he terminado por saberme de memoria.
Hace un par de semanas volví a cogerlo, como tantas otras veces. Siguiendo la costumbre, fue cuando no tuve qué leer, “hasta que encuentre algo mejor”. Pero esta vez no fue así. Sin saber por qué, a la noche siguiente volví a aceptarle como compañero de cama. La experiencia fue placentera así que, noche tras noche, me acompañó en las horas más oscuras, cuando todo duerme menos los libros y la luna. Y así hasta que ayer acabó nuestra corta pero intensa relación.
Por el mito, por las historias qué se yo, me esperaba una monstruosa novela sobre un monstruoso monstruo. En definitiva, una monstruosidad. Pero nada más lejos de la verdad.
Frankenstein, un joven científico, crea un ser cegado por la obsesión de descubrir los secretos de la vida. Una vez terminada su obra, huye despavorido al encontrarse cara a cara con su creación, un ser demasiado horroroso como para ser observado. El libro, oda al amor, recrea sus vidas, tanto cuando están juntos como separados.
Bajo mi punto de vista fiel reflejo de la sociedad, no consigo recordar un libro que me hiciera sentir tan vivamente la soledad. Más que la mía propia, la de tantas personas que la sufren. Duele pensar que somos así, tan despiadados, pero pensar, en general, duele. Se me viene a la cabeza “El jorobado de Notre Dame”: ¿quién el hombre, quién el monstruo? Al igual que los diferentes protagonistas, ¿tenemos todos dos caras, un bondadosa y amable y otra cruel y despiadada? Supongo que sí.
El ser, comúnmente llamado “Frankenstein” pero que en ningún momento es bautizado, aspira “sólo” a la aceptación, al cariño y la amistad. A lo largo de las veladas, sus ilusiones se iban despedazando, a la vez que las mías. Llorábamos juntos, sonábamos juntos, todo lo que había a nuestro alrededor se rompía al tiempo. Y sólo deseaba mirar a los ojos a ese “monstruo” y darle la mano, sin miedo, porque ninguno de los dos estaríamos solos nunca más. Quizás Frankenstein cumplió su promesa y terminó su obra, creándome a mí.
¿Realmente no hay nada más? Tal vez sea así; y lo único que nos queda es vagar sin rumbo por la oscuridad. Tal vez sea el moderno Prometeo que ha venido a iluminar con su fuego mis noches.

sábado, 13 de diciembre de 2008

CINEMA PARADISO

Anteriormente me habían hablado mucho de esta película y siempre de forma muy apasionada. Nunca había llegado a verla. Hay cosas que te llaman, hay cosas que no. Esta, inexplicablemente, era una de las que no.
Hasta hace poco, había sido relegada a un sitio bonito pero olvidado. Allí permanecía, esperando tranquila, a conquistarme algún día. Y así fue.
Despertó mi interés un día cualquiera, como pasa con las cosas buenas. Sin saber por qué había impactado de nuevo en mi vida, esta vez para quedarse. Cuando vi en clase algunas escenas no pude resistir la curiosidad por saber cómo se coleccionan besos prohibidos.
Hoy, al fin, ha acariciado todos mis sentidos para demostrarme que el buen cine existe, o existió algún día. Ahora las películas ya no hacen soñar, esta es una de las pocas que sí.
Inmersa en una historia sencilla pero que no podía dejar de mirar, me dejé cautivar de nuevo por el amor. Muchas clases de amor: a un padre, a un amigo, al cine, a una pareja.
Sin ninguna duda y pese a la crudeza de su desenlace, me quedo con la escena en el que Alfredo y Toto hacen magia para compartir el cine con todos aquellos que no pueden disfrutarlo en ese momento. Da miedo pensar como lo que antes daba vida a tantas personas está agonizante ahora.
Lo peor de la película: que una de las escenas vistas anteriormente fuera la última.
El amigo que me la dejó me aconsejó que no la viera sin “kleenex”. Por una vez, he hecho caso.
“Un fundido en negro y fuera, un buen temporal…”




La verdad es que me veo, de una manera u otra, reflejada en los enormes ojos del niño. Esa pasión irracional, inexplicable.
Hace años ya que se me abrieron las puertas y los ojos al extraño mundo de la filosofía. Cuando lo descubrí, me cautivó. Comencé a sacar libros de las estanterías de mi padre y a devorarlos, sin que nadie lo supiera. No los entendía del todo pero sí que producían en mí algo que me gustaba. Preguntas y más preguntas. Mi propia lata llena de tesoros que algún día arderá.
Esa curiosidad insaciable siempre me ha acompañado, pero en ese momento terminó por estallar. Necesitaba saberlo todo, leerlo todo, preguntarlo todo. Un mundo sin límites se abrió ante mí.
Pero, como ya se sabe, las cosas “inútiles” todo el mundo las ve bien, pero sólo para un ratito. Después “será mejor que lo dejes”.
Las preguntas nunca se van, es más, cada día descubro más y más. Pero esque “Ana, no se puede saber todo. Limítate a lo tuyo.”
Espero no irme nunca o que, cuando vuelva, no haya planes de demolición.

--Y esque, algunas veces, el último regalo que te puede hacer la persona que más te quiere es dejarte marchar--

lunes, 1 de diciembre de 2008

Hoy no sólo me has recordado que debo sonreír, no sólo has sido algo más que un apunte en mi mano.
Hoy me has hecho llorar. Una lágrima ha resbalado sin prisa inundándolo todo. Me has hecho llorar porque estoy bien. Porque estoy bien y puedo compartirlo con alguien que, aunque algunas veces no lo parezca, siempre está ahi.
Gracias por ser mis pinturas, gracias por ser mis colores, mis gominolas y mis 24 chocolates.

Dicen que sólo era lluvia... pero tú y yo sabemos que hoy a nevado.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Hoy

Hoy me he encontrado de frente con el otoño. Como todo lo que esperas durante todo un año con impaciencia, parece que nunca va a llegar. Pero al final siempre acaba la espera, antes o después.
Hoy se han caído todas las hojas, aún no sé si de pena o de alegría. Aún no sé si es una despedida o ese viaje que tanto anhelaban. Aún no sé si una muerte lenta o el comienzo de una vida mejor. Pero sé que ahora están más desamparadas, que son más libres.
Hoy he visto al viento contento. Jugaba con hojas, bufandas. Jugaba con niños y ancianos, hombres y mujeres. Jugaba sin distinciones de ningún tipo. Se divertía y hacía divertirse a todas las personas y cosas.
Hoy he paseado con las manos metidas en los bolsillos. He despertado a las hojas que se había dormido sin querer, como cuando todos éramos pequeños. Hoy el viento también ha reparado en mí, parecía el único que lo hacía. Y me he sentido acompañada en soledad.
Hoy he recordado tantas cosas. Me he empapado de los colores, que año tras año vuelven a ser distintos, sin cambiar nunca.
Hoy he llorado, sin saber por qué.
Hoy no he echado de menos el mar.
Hoy todo podría haber sido en blanco y negro.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Hitler y la libertad

Parece que todos tenemos la palabra libertad en la boca. Unos creen que la tenemos, otros pensamos que no, pero parece la meta final de todos nosotros, tanto para los que realmente la buscan y para los que sólo la nombran.
¿Sabemos realmente lo que significa LIBERTAD? El libro "El miedo a la libertad" la describe muy bien. Fromm plantea su propia idea, en la que el lector acaba por preguntarse si es realmente lo que quiere.
El ser humano, por su naturaleza, necesita sentirse querido, parte de algo. Tendemos a agruparnos para poder identificarnos con los demás, y excluímos a los que no forman parte de nosotros para sentirnos más fuertes.
Eso es lo que he visto hoy en unas imágenes de la época nacionalsocialista. Hitler, apoyado por su partido, dio a las personas lo que querían. Les hizo sentirse parte de algo, de algo con poder. Les dio colores, a todos los mismos. Un símbolo, un gesto, unas palabras. Todos eran uno. Todos perseguían los mismos fines, los de unos pocos. Si el nacionalsocialismo llegó tan lejos no fue sólo porque una minoría lavase el cerebro a los demás, sino porque el resto estaba sediento de nuevas ideas. Necesitaban unidad, necesitaban fuerza.
Y, ¿qué mejor que además "excluír" (por usar algún eufemismo)a los que no pertenecían a su grupo? Eso les daba poder. Manos a la obra.
Por un tiempo todos estuvieron protegidos por su grupo, todos formaban parte de algo que daba sentido a su existencia. Nadie quiso darse cuenta de que, su mesías, no debería formar parte del grupo del que predicaba.
No le quitemos méritos a Hitler. No era una gran persona, pero si un gran vendedor: vendió algo que el resto no quería por un preció desorbitado (otro eufemismo). Pero todos lo compraron.
El libro "The wave" de Morton Rhue habla de un experimento ficticio, en el que un profesor propone a su clase identificarse como grupo. Se inventan unos saludos, unos gestos y unos símbolos. Al principio todo marcha bien, los alumnos se sienten a gusto y unidos. Poco a poco el colectivo va degenerando hasta, como en los años nazis, despreciar al resto, llegando a emplear la violencia por defender y proteger el grupo. Eso sí, dentro del grupo se ayudan y apoyan unos a otros.
¿Quién quiere entonces la libertad? ¿Para qué? Fromm nos describe la libertad como la ruptura de todas nuestras ataduras, y eso es algo que no mucha gente quiere. Romper con las ataduras monetarias, políticas y... sociales. En todos los sentidos. Volver a ser un individuo, sin más. Esa es la verdadera libertad y no la descafeinada que con tanta facilidad nombramos. Dejemos de comprar todo lo que está a la venta.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Una fotografía. Un momento, instantes. Sabía que allí pasaba algo y tuve la necesidad de mirar. Intenté evitarlo, pero las luces parpadeantes de un coche de policía no ayudaron mucho a mi propósito. Mis ojos se deslizaron poco a poco y, en pocos segundo, supe no tendría que haber mirado.
La imagen que vi me impactó tanto que mi pie pisó el freno de repente, sin avisar. El coche paró en seco y el claxon de protesta no tardó en llegar. Tardé en reaccionar, en volver a meter primera.
Aquella escena aun permanece fresca en mi memoria y, con frecuencia vuelve a mí. Cuando esto sucede, mi mirada sigue perdiéndose en el vacío, mis músculos pierden fuerza y una lágrima asoma tímida, sin hacer ruido, igual que se va. En ella se refleja por unos segundos un hombre. Un hombre y un niño. El primero lucha, lucha contra otro, se aferra con fiereza a lo poco que tiene. Grita con rabia, impotente al ver que le arrancan sin miramientos lo que le mantiene a flote. Pero no se resigna. No quiere que si hijo le vea rendirse. Pelea, grita, intenta zafarse de las garras que le aprisionan. El otro, un niño, llora. Llora porque no entiende, porque no sabe. A sus pies, un par de mantas, una silla rota y una maleta vieja. Toda una vida que espera, tirada en medio de la calle. Sus ojos empañados miran a los adultos. ¿Por qué gritan? ¿Por qué pegan a su padre? Sus brazos cuelgan, sin fuerza, pegados al minúsculo cuerpo. Está asustado pero no tiene miedo a perder, nunca ha tenido nada.
La lágrima huye, al igual que su reflejo, lejos. Muy lejos de una fría mañana frente a la cárcel de Carabanchel.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Cuando, por “obligación”, tuve que ir a ver una exposición de fotos, me alegré al comprobar que renacía en mí la fascinación por la fotografía que había sentido tiempo atrás. Volví a perderme entre tiempos pasados y presentes, futuros tal vez. Volví a habitar vidas ajenas, a imaginar la historia que se escondía detrás de cada rostro.

Fueron muchas las imágenes que me llamaron la atención, pero sólo hubo una que realmente me conmovió. Estuve largo tiempo intentando desentrañar lo más profundo de su expresión. Esos ojos me cautivaron. Esconden una verdad a la vez tan clara como difusa. El resto del marco pasó prácticamente desapercibido. Peros esa mirada…

Enfrentados al lujo que los rodea, los ojos están tristes. Algo les da miedo, les asusta. Están cansados de mirar, cansados de ver, cansados de ser y de estar. Me da la impresión de que en, cualquier momento, caerá una lágrima. Solitaria conseguirá escapar de la cárcel blanca, del muro que todo lo rodea. Y los ojos serán libres al fin.

jueves, 16 de octubre de 2008

Sangre de gato

Después de escuchar que el diario ABC es “de izquierdas”, que España no es racista (Inglaterra tampoco), después de ver a las sociedades del “primer mundo” (?) pagar con alegría, aunque sea con su propio dinero, los lujos de otros, después de tantas cosas me pregunto: ¿qué tenemos en la cabeza?
Condicionados desde que nacemos, damos por válido el mundo en el que vivimos. Con más o menos facilidades nos incorporamos a la sociedad vigente, anteponiendo la comodidad al resto de cosas. Las pequeñas desviaciones son acalladas, todo vale para “enderezarnos”. Así, nos convencen, gritan lo que queremos oír para hacernos sentir mejor. Y nosotros, tan contentos. ¿Qué más se puede pedir? Nos conformamos con poco. Nos vale con escuchar que somos libres (?), que velan por nuestra seguridad (tanto física como económica) (?), que votamos a nuestros gobernantes en una democracia justa (?) y un largo y extenso etcétera. Poco más nos da.
“Yo no tengo la culpa de que otros lo pasen mal”, nos convencemos a nosotros mismo. ¿Mal? Que haya personas en el mundo que se mueran por no tener agua potable es pasarlo bastante peor que mal. Bueno, tampoco es cuestión de amargarse los días pensando en las injusticias, ¿no? “Yo tampoco puedo hacer nada por ellos.”
Para no sentirnos asesinos en exceso, nos apoyamos unos a otros. Nos damos palmadas en la espalda, tampoco es para tanto. “Pobrecitos”, decimos cuando, por ejemplo en la televisión, nos muestran imágenes de la realidad en ese otro mundo al que, para no equivocarse, llamamos “tercero”, “qué injusto es el mundo” y nos vamos a tomar una Coca-Cola con la que manchamos nuestra camiseta de Nike.
Llego a la conclusión de que es eso, que tenemos demasiadas cosas en la cabeza. Tantas, que no nos dejan ver el resto. La pena es que todos esos pensamientos sean superfluos y banales. Nos limitados a “sobrevivir” (como lo llaman algunos que nunca han tenido problemas mayores) dentro de nuestra burbuja, con los ojos bien cerrados, ajenos a todo lo demás porque “queda tan lejos”.
Y ahora sé que esto es lo que tenemos, pobres de nosotros, en la cabeza: sangre de gato.

domingo, 12 de octubre de 2008

Ayer por la noche

Mientras Madrid dormía y el cielo descargaba toda su ira sobre la ciudad, recorría las calles solitarias. Todo era de un color gris oscuro y apagado. Mis pasos, rápidos al principio para poder refugiarme de una noche que no parecía amigable, fueron cada vez más lentos.
Miré hacia el cielo encapotado y, cuando mi mirada volvió a posarse en el pavimento, ya no sentía la prisa de llegar a ningún sitio. En su lugar, despertó en mí una única necesidad, la de disfrutar de aquel momento.
Comencé a sentir el viento enredarse en mi pelo y en mis manos. Acariciaba, sin ser invitado, cada parte de mi cuerpo. Al pasar me dejaba sus historias, las que fueron y las que serán. Sin prisa, me contó lo que había visto. Me habló de lugares lejanos y de tiempos pasados mientras jugaba con las hojas secas que había en el suelo. Las gotas de lluvia que caían sin tregua me empapaban de leyendas de mares y nubes, de ríos y viajes.
De pronto, los susurros se extinguieron. Abrí los ojos y no pude encontrar ni rastro de lluvia o viento. Se había ido sin previo aviso y me habían dejado en medio de la calle, sola, en un estado de suspensión. Visiblemente, sólo había cambiado una cosa. Mis labios y mi corazón esbozaban una radiante sonrisa.
Sólo sentía una cosa, el sabor de la libertad en mi paladar. Sin saber por qué eché a correr, sin pararme, deseaba volar.
Y entonces me di cuenta que había sucedido lo que tantas veces había soñado.
Peter Pan había venido, al fin, a visitarme.


*Esta música me hace sentirme realmente libre.
http://www.youtube.com/watch?v=mjh416x-dkY

jueves, 9 de octubre de 2008

No sabía dónde iba cuando se fue, ni supo qué hacer cuando llegó. Siempre se había sentido perdido, fuera de lugar. Fue una de las muchas cosas que no cambió.
El problema de tener mucho tiempo es que acabas pensando. Y lo malo de pensar es que, antes o después, te acabas dando cuenta de que las cosas van mal. Su mayor agonía eran los trayectos en metro. Ese hervidero de calor y prejuicios le parecía eterno. Aunque lo retrasaba todo lo posible, siempre empezaba demasiado pronto; aunque lo único que deseaba era llegar a su destino, siempre acababa demasiado tarde.
Para distraerse, observaba todo lo que le rodeaba. Siempre veía a su alrededor lo que él nunca podría tener. Veía madres con tiempo para sus hijos, veía gente leyendo, gente hablando y riendo. Intentaba fijarse en todos los detalles. Menos en los ojos. Cuando, sin querer, tropezaba con alguno sentía vergüenza y huía. Nunca llegó a saber lo que realmente se escondía detrás de esas miradas, nunca supo ponerle nombre. Era una mezcla entre miedo, pena, desprecio e indiferencia. Pero lo que menos entendía era el por qué de esas miradas. ¿Acaso era diferente? ¿A caso era peor? No lo sabría.
Algunas veces se sentía tan distinto que, sin que nadie le viera, se le escapaba una lágrima. Lloraba en silencio, sólo, mientras la gente pasaba a su lado, se apretaba contra él en el hormiguero de la hora punta. Nadie reparaba en su llanto, nadie supo nunca por qué lloraba.
En esos momentos, la indiferencia del mundo se le atragantaba en la garganta. Caminaba, sin rumbo, sobre un suelo de cristal que se rompía a su paso, como la vida prometida que había venido a buscar.
Sólo una vez, una única vez, alguien se paró a su lado. Era un niño pequeño. Se quedó unos momentos mirándole. En su mirada no había nada, sólo curiosidad.
- “¿Lloras porque no tienes casa?”, le preguntó de repente.
- “No. ¿Por qué crees que no tengo casa?”
- “Bueno, los negros nunca tienen casa, ¿no?”
Esbozó una triste sonrisa, la sinceridad sin maldad de aquel niño le inspiró ternura.
- “Lloro porque no tengo hogar.”
Y supo que nunca sería feliz.

jueves, 2 de octubre de 2008

Una estrella fugaz cualquiera


Durante muchos años había vagado sin rumbo por el espacio. Tomaba un camino, otro, pero nunca tenía claro cuál ni por qué. Le divertía sorprenderse a sí misma con las decisiones que tomaba.
Un día cualquiera, algo llamó su atención. Allí, lejos, había un puntito azul. No pudo resistirse, y decidió acercarse para verlo mejor. A medida que el puntito fue creciendo, pudo ver que su color marino era intenso y brillante y que este se mezclaba con marrones de tierra y arena. Cuanto más se aproximaba a aquella extraña bola, más le atraía; nunca había visto nada igual. Estuvo observándolo durante un largo rato, pero sentía la necesidad de acercarse y ver cómo era realmente.
Aunque la estrella fugaz lo recordaría para siempre, fue apenas un instante lo que les unió. Un breve espacio de tiempo, bastó para saber que nunca había visto nada tan bello. Estuvo a su lado, lo contempló y escuchó como le susurraba palabras, sonrisas y lloros, luces y colores de todos los aromas.
Hubo momentos que hasta rozó su piel, suave y despacio, pero la estrella se puso tan nerviosa que ni pensó ni supo valorar lo efímero del instante. Ni siquiera supo hacer las preguntas adecuadas.
Pero todo se esfumó. De repente, todo se volvió oscuro de nuevo. Tal vez fuera porque la estrella no supo explicarle lo que significaba para ella, tal vez fue culpa de los dos.
Hoy, una estrella fugaz cualquiera piensa que tal vez pueda volver algún día a ese reino y pasar tiempo con su puntito, mientras se aleja, sin remedio, hacia el incierto infinito del espacio.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Sólo un enorme abrazo y mucho cariño que te encuentren estés donde estés... amigo.

Este ha sido, sin duda, un verano diferente. Siempre antes usado para viajar, este año había decidido pasarlo en casa, en Asturias. Y, para mi sorpresa, han sido dos meses maravillosos.
Dos meses en los que la vida cotidiana de personas a las que conocía y personas a las que no, me han ayudado a ver la vida de otra manera. He aprendido que todos ,en algún punto secreto de nuestra fortaleza, somos frágiles. He aprendido que las personas más inesperadas pueden enseñarte, hacer que veas el mundo desde otra perspectiva. He aprendido que las mejores decisiones se toman sin pensar y que tomar una u otra, muchas veces, tampoco tiene tanta importancia. He aprendido que nuestros planes de futuro comienzan aquí y ahora y no "mañana" o "algún día". He aprendido que no todo lo que damos por sentado es y que las personas cambian.
Pero sobre todo he aprendido que soy yo, que necesito a personas de la misma forma que ellas me necesitan a mi y que todo es más fácil si dejas que fluya a su ritmo.

Y hoy, de vuelta en Madrid y degustando un delicioso helado de leche merengada con ayuda de una cuchara de mango rojo, me doy cuenta de que nada va a cambiar y nada seguirá siendo como antes.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El silencio y la oscuridad de las horas de sueño marcan el compás. Ella espera tranquila, impasible. Acostumbrada a la soledad no tiene prisa porque sabe que, antes o después, él llegará. Y llega, como siempre, antes o después. Ilumina la estancia con una suave penumbra, apenas audible. Sin reparar en ella se sienta a su lado. Cerca, muy cerca. Ella aguarda, deja que el tiempo siga su ritmo, hasta que él la mira con el pudor de un niño pequeño.
Arrastra desde hace mucho un único deseo, tenerla entre sus brazos. Pero se frena, reprime su impulso, y se obliga a ir despacio. Sabe que perderá esa lucha contra una atracción que intenta ignorar, como siempre la pierde. Y lo nota. Poco a poco su cuerpo va cediendo, sus brazos van alargándose hacia ella hasta que la rozan. Rendido, comienza a desnudarla, con cuidado, con cariño, hasta que la tiene ante sí. Sin ropa, sin secretos, tal y como es. La acaricia casi con temor, sin acercarse demasiado, hasta que reconoce la suavidad de su piel, el calor de su cuerpo. Sólo entonces deja que su cabeza descanse sobre ella y la abraza. Con delicadeza la acerca a su pecho, haciéndola suya, haciéndoles uno. Empieza a acariciarla, ella se rinde ante sus manos. Los dedos se entrelazan, el ritmo en inconstante. La toca, como sólo él sabe, hasta que, al fin, ella grita su felicidad entre gemidos y palabra bonitas.
Y así, inmersos en su silencio, desafían al amanecer haciendo un amor que sólo ellos comprenden.


A un bajo que nunca entenderé y su bajista.

domingo, 20 de julio de 2008

- Mi padre solía decir que la vida no da segundas oportunidades.

- Sólo se las da a aquellos a los que nunca les dio una primera. En realidad son oportunidades de segunda mano que alguien no ha sabido aprovechar, pero son mejores que nada.


-- Nos iremos lejos. Lejos, donde nadie sepa quiénes somos ni les importe. Te lo prometo --

jueves, 17 de julio de 2008

Sólo una mirada...

Pasan los días y yo sigo escribiéndote cartas que nunca vas a leer. He empezado a pensar que las escribo sólo para mí, para matar la soledad y para creer por un instante que te tengo cerca. Todos los días me pregunto que será de ti, y qué estarás haciendo.
A veces pienso que te has marchado para no volver y te imagino en algún lugar rodeado de extraños, empezando una nueva vida que nunca conoceré. Otras pienso que aún me odias, que desearías no haberme conocido jamás. No te culpo.
Hace unos días soñé que volvía a verte, que nos cruzábamos en la calle y no te acordabas de mí. Me sonreías y me preguntabas cómo me llamaba. No sabías nada de mí. No me odiabas. Todas las noches cierro los ojos y espero poder volver a soñar lo mismo.
Mañana, o tal vez pasado, te escribiré para decirte que te quiero, aunque eso no signifique nada para ti.


-- Es curioso lo fácil que es contarle a solas a un trozo de papel lo que no te atreves a decir a la cara --

sábado, 14 de junio de 2008

Creía

Creía que me gustabas. Creía que te quería. Creía que el cosquilleo que recorría mi estómago cada vez que me mirabas a los ojos era amor. Creía que la velocidad de los latidos de mi corazón cuando estabas cerca se debía a tu inconfundible olor. Creía todo esto hasta que te fuiste. Para volver muy pronto, ya lo se, pero toda una eternidad aquí, esperándote. No quería que te fueras pero ahora, de alguna manera, te lo agradezco. Ya que sólo así y viendo cuanto te echo de menos, me he dado cuenta de que todo lo que creía, sin ninguna duda, es.

jueves, 12 de junio de 2008

Escribir

Me siento ante el papel desnudo. Quiero gritar, quiero llorar pero no puedo. Las ganas se revuelven dentro de mí buscando una mínima oportunidad para escapar de la carcel que no las deja salir. ¿Dónde ha quedado la magia de sentarse y escribir, sin más? Busco y busco el hechizo sin lograr más que garabatos, palabras sueltas. Y sangro. Sangro cada letra y cada silencio. Necesito encontrarme, encontrarte otra vez. Necesito salir, volar de nuevo. Necesito escribir.
Negros nubarrones cubren el cielo. Quieren llover, pero no pueden. No podremos descansar hasta volver a llover, hasta volver a sentir y decir lo que llevamos dentro.
Pero yo sigo en el metro. Miro nerviosa a un lado y a otro, mas no encuentro a nadie, está vacío. ¿Será que lo que he perdido es mi pluma?
Y no me queda más que intentar aplacar la ansiedad que me produce no poder escribirme, no encontrar el cómo ni el por qué. Supongo que es lo que tienen los amores imposibles.


"La inspiración acude cuando se pegan los codos a la mesa, el culo a la silla y se empieza a sudar. Elige un tema, una idea, y exprímete el cerebro hasta que te duela. Eso se llama inspiración." Carlos Ruiz Zafón

lunes, 31 de marzo de 2008

"Cada minuto es otra oportunidad de cambiarlo todo", retumba en mis oídos, hace eco en el vacío. Me armo de valor y me pongo a andar, dejo que mis pies me lleven donde sólo ellos saben que quiero ir. Mientras camino, pienso lo tonta que soy y sonrío sin poder aún creermelo. Pero intento convencerme a mi misma: "Sólo vas a mirar", me digo, pero sé que no es verdad. Me paro en seco, retrocedo unos pasos. Tengo miedo, como si retrocediera al ver un abismo. Cierro los ojos y te veo. Vuelvo a avanzar hacia delante de nuevo. En un momento podría haberlo cambiado todo, pero no lo he hecho. Sólo un par de metros mas. Cuando cruce la calle habré llegado. Lejos, difuso, entre el sí y el no, pero te veo. Todo se acelera, todo pasa más deprisa, hasta empiezo a andar mas deprisa. Llego a una puerta, está entreabierta. La empujo. Está fría, pero da igual porque ya te veo. También tu me has visto ya. Vienes caminando hacia aquí. Todo se para. ¿Qué haces aquí?... Yo también me pregunto lo mismo...

Escribir para ti...

Las ideas se revuelven en mi cabeza... Quieren salir, quieren convertirse en palabras, en palabras para ti... Pero la lucidez no llega... No consigo desenredar la realidad de los sueños... Pero mi pluma quiere escribir... Busco sin éxito entre libros y poemas algo que me ayude... No, es imposible... Sólo hay una cosa en mi cabeza... tú... El dolor no se cansa de dormir a mi lado... Pasa el tiempo y tantas cosas cambian... tantas... Pero mis sueños, mis sueños nunca cambian... Y sigo queriendo ese abrazo, sigo buscando esos ojos... Quiero verte, tocarte, hablar y escuchar, dejarme llevar...
Espero cada día poder tener un ratito para olvidarme de todo y dedicártelo sólo a ti... Pero espero y espero y ese ratito tarda demasiado en llegar... Y te echo de menos... Y trato de buscar por cada rincón algo que me recuerde a ti para no sentirte tan lejos... Y mis sueños se vuelven a romper... Ya has moldeado demasiadas veces mi arcilla... Y resulta que no han sido más que reflejos de la luna... Y no debería volver a despertar...

viernes, 14 de marzo de 2008

Cuando me habló, estaba triste;
Me preguntó la causa de mi tristeza.
Mujer, la causa de mi mal siempre es la misma:
Que yo adoro lo bello y tú eres la belleza.
A menudo, yo soy como el Quijote:
Te idealiza dueña de mi locura
Pero no se me olvida nunca que sólo es sueño
La causa de mi mal, ¡ya ves!, es la cordura.

(Ramón Sampedro)

miércoles, 12 de marzo de 2008

No son buenos tiempos para los soñadores...


No son buenos tiempos para los soñadores, no es un buen momento para soñar... "Despierta, despierta"...
Sé que es el momento de dejar de imaginar lo que va a pasar o, mejor dicho, lo que debería pasar... Quiero dejar de ser la princesa de un cuento que nunca termina, dejar de convertirme en rana... Quiero poder ver solamente la realidad, sin adornos propios ni de colores... Pero lo intento y lo intento y soy incapaz... Y vuelvo a pensar: ¿qué tiene de malo ser así?... Y otra vez no encuentro motivos... Y sigo viviendo en el mundo que he creado para mí... Pero sé, en alguna parte de mí sé, que volveré a estrellarme... Una palbra más, una palabra menos y me estrellaré... Y ya no se que es mejor... Si la total pero aburrida seguridad de ver un simple sombrero o la peligrosa magia de ver un elefante dentro de una boa...

Tal vez hoy no necesite ningún principe azul... tal vez el tren se haya ido sin mi... tal vez esta vez vuelva a preguntar a mis sueños... tal vez no...

"You treat life like a picture but it's not a moment that's frozen in time and it's not gonna wait till you make up your mind... at all..." (Rascal Flatts)

domingo, 9 de marzo de 2008

Despedida

Ha llegado el momento, lo sé. No me gustan las despedidas. Pero no puedo irme sin verte. No puedo, sin verte.
¿Lloras? ¿Es una lágrima lo que asoma por tu ojo? ¿Es ese el resultado de recuerdos felices? Los diferentes momentos vividos juntos, disfrutados, se resumen ahora en una lágrima que ya se deshace entre tus labios. ¿Vendrán más? Ninguna que la iguale. Ninguna mas que sepa susurrarme, ninguna en la que se reflejen tantas emociones.
Intento mantenerme fría para convencerme a mí misma de que no te quiero tanto, pero los dos sabemos que finjo. Los dos, que finjo.
El tiempo pasa, me tengo que ir. Un último abrazo. Otra vez me preguntas, si de verdad me tengo que ir. Otra vez te contesto, que nos volveremos a ver. Empiezan a resbalar lágrimas por mis mejillas. Me tengo que ir, te susurro al oído. Me abrazas más fuerte. No me vas a soltar, lo sé. No me lo pongas más difícil, por favor. No ahora. Sabes que no tendré fuerzas para irme. No me pidas que me quede, no lo hagas. Quédate, resuena de repente en mis oídos. ¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho? Cierro los ojos. Respiro por última vez tu olor. Suéltame, ordeno bruscamente. Los dos, que finjo. Con un pequeño empujón me separo de ti y pongo espacio entre los dos. Tus ojos se clavan en los míos por última vez. Las lágrimas siguen recorriendo mi cara sin parar. Silencio. Volveré…

sábado, 8 de marzo de 2008

La princesa y el enano

Había una vez una princesa que vivía en un palacio muy grande. El día de su 13 cumpleaños se celebró una gran fiesta a la que acudieron trapecistas, magos, payasos... pero la princesa se aburría. Entonces apareció un enano muy feo que daba brincos y hacía piruetas en el aire.
- "Sigue saltando, por favor", dijo la princesa.
Pero el enano estaba muy cansado y necesitaba descansar. La princesa se puso muy triste y se fue a sus aposentos. Al rato, el enano se fue a buscarla convencido de que la princesa se iría a vivir con él al bosque. "Ella no es féliz aquí", pensaba el enano, "Yo la cuidaré y la haré reír siempre." El enano recorrió el palacio buscando la habitación de la princesa pero, al llegar a uno de los salones, vio algo horrible: ante él había un monstruo con ojos torcidos y sanguinolentos, con las manos peludas y los pies enormes. El enano quiso morirse cuando se dio cuenta de que era él mismo reflejado en un espejo. En ese momento entró la princesa con su séquito.
- "Ah, estás ahí, que bien. Baila otra vez para mi, por favor."
Pero el enano estaba tumbado en el suelo y no se movía. El médico de la corte se acercó a él y le tomó el pulso.
- "Ya no bailará más para vos, princesa", le dijo.
- "¿Por qué?"
- "Porque se le ha roto el corazón."
Y la princesa contestó:
- "De ahora en adelante, que todos los que vengan a palacio... no tengan corazón."

(Basado en un cuento de Oscar Wilde)

martes, 4 de marzo de 2008

Esta soy yo...


Dicen que duermo poco, que me río poco, que hablo poco… Dicen que me pierdo entre mis sueños, que no sé dónde está mi sitio, que debería poner los pies en la tierra… Dicen que me pierde mi mal genio y que soy un desastre… Dicen, dicen…
Las personas siempre piensan que te conocen… Te evalúan y clasifican, y se sienten seguros demasiado pronto… Su punto de vista se vuelve una realidad muy difícil de cambiar… Entonces se sienten bien y dicen con orgullo que te conocen… Cuando haces algo que no entra en sus planes, significa que te pasa algo “raro”, no contemplan la posibilidad de que, simplemente, no eres como ellos creen…
Llega un momento que te hacen dudar, que ya no sabes quién eres, si tú mismo o lo que ellos ven en ti… Pero después llega otro momento, en el que te das cuenta de que no eres la pieza de ningún puzzle, de que no tienes que ser para nadie que no seas tú…
Y es entonces cuando eres libre… Es entonces cuando empiezas a tomar decisiones verdaderamente tuyas… Y ya no te importa que sea raro o no, que a los demás les guste, que les parezca bien o mal…

Esta soy yo, ni mejor ni peor… Y dicen que soy diferente, rara… Pero lo único que sé es que nadie me conoce porque ni yo misma me entiendo… Y está bien que sea así, está bien ser un caos… Creo… Y me entran ganas de llorar… pero es época de sequía…

jueves, 14 de febrero de 2008

SAN VALENTÍN


¡FELIZ SAN VALENTIN!

Ahora corre a la calle y gástate el dinero en peluches, corazones y flores...
¡Viva el amor verdadero!

martes, 5 de febrero de 2008


Lo malo de llorar cuando uno pica la cebolla no es el simple hecho de llorar sino que, a veces, uno empieza... y ya no puede parar...

jueves, 31 de enero de 2008

-Toma- me dijiste cuando nos conocimos-. Leelo cuando yo ya no esté.

Ahora te has ido y yo abro esa servilleta, que aún se conserva blanca, y descubro...
que no hay nada escrito...

viernes, 25 de enero de 2008

Vanilla Sky



EVERY PASSING MINUTE IS ANOTHER CHANCE TO TURN IT ALL AROUND...

miércoles, 23 de enero de 2008


Un caos de gritos...
Un caos de sueños...

Tengo que ser algo más...

Belleza inmortal


Una mujer desconocida y vestida de terciopelo negro entró en su fiesta. Era muy pálida e increíblemente bella. Algunos hombres quisieron bailar con ella, otros invitarla a tomar algo, pero ella, con educación, se negó.
En su camino hasta el trono hubo algunos que la reconocieron y, de repente, todo se quedó en silencio.
Cuando llegó ante la reina, hizo una reverencia. La reina le cogió la mano y la acompañó.
Ella y la muerte se fueron antes de que terminara la última canción.

sábado, 19 de enero de 2008

Una noche de viernes

Un ‘te quiero’ esparcido por el suelo… Trozos de cristal flotando en el aire sin dueño… ¿Dónde van los recuerdos cuando se olvidan?... Cuerpos sin vida, ideas entrelazadas… Un suspiro y un parpadeo… Un caramelo se deshace en la boca… Te cambio un beso por una sonrisa… El ruido de unos tacones y una uña mordida… Calor… Una copa desaparece entre trozos de cartón… Humo y fuego… Risas, todos… Un corazón es mordido, sólida sangre roja se disuelve en la garganta… ¿Y si no?... Una cabeza perdida, ojos cerrados… ¿Dónde va lo que no ves?... Unos pendientes y una tela… Unos ojos que esperan un botón… ¿Dónde va la tristeza cuando sonríes?... Cuerpos perdidos que gritan en silencio… ¿Dónde van las palabras que no se dicen?... Un deseo desesperado… No huele a nada… Interminable la espera y un tapón en el oído… ¿Por qué no huele a nada?... Figuras que se mueven, tristeza que me busca… ¿Dónde van los sueños que no recuerdas?... Pupilas expectantes, se encogen las ideas… Se enreda en las pestañas, llega tarde la soledad y las cerillas no se apagan… ¿Quién se bebe las lágrimas?... Un anillo se derrite y la barbilla no puede más… Ya está oscureciendo, parece que va a amanecer.

martes, 15 de enero de 2008

AMERICAN HISTORY X

Pensaba que no existía nadie en el mundo que no hubiese visto esta película. Pero, tras haber comprobado que sí, hago esta entrada por si queda algún despistado más por ahí, para que la vea.
La historia es perfecta y la actuación de Edward Norton brillante.

La trama de la película es la siguiente: Derek, un neonazi, es condenado a prisión tras matar a una persona negra. En la cárcel cambia su actitud y su forma de pensar pero, cuando por fín vuelve a casa, ve como se ha convertido en el héroe de su hermano pequeño que intenta imitarle y sigue sus pasos. A partir de ese momento concentrará todos sus esfuerzos en intentar que Dani se de cuenta de que el camino del odio no es el mejor.


- ¿Alguna vez has hecho algo que mejorara tu vida?

- No... Ayúdame...

"El odio es un lastre, la vida es demasiado corta para estar siempre cabreado."


"¿Será que, en el fondo de nuestra conciencia, sabemos que la pasión amorosa en un invento, un producto de nuestra imaginación, una fantasía?"

-Gracias, amigo.-

lunes, 14 de enero de 2008

Echar de menos

Entre hojas y ceniza miro por la ventana…. ¿Qué significa lejos?... Puedo oírte, verte… Pero lejos es no poder tocarte… ¿Qué estarás haciendo ahora?... ¿Estarás mirando por la ventana, como yo? Aquí hace sol, luego llueve… ¿Allí hará frío?
Vuelvo a las letras y al humo… Todo sigue aquí, todo sigue como siempre… Tengo ganas de hablar contigo para que acabe la monotonía, para que empiece a pasar el tiempo… Pero no, todavía no… Aún es pronto… ¿Cuándo volverás? ¿Habrás tardado en levantarte? ¿Habrás perdido… Me sorprendo con la mirada de nuevo al otro lado del cristal… pero ahora hay una sonrisa en mi cara…
Intento volver a concentrarme en lo que hay aquí, en las palabras… Canciones… “Todo lo que tengo que hacer es soñar”… Y entre sueño y sueño no consigo volver a la realidad…
Lejos… Si, estás lejos… ¿Se puede echar de menos algo que nunca has tenido, algo que no tienes?
Antes de volver a mi casa, a mi habitación, a mi vida sin ti, simplemente quería decirte cuanto me gustaría que estuvieses aquí y, si es posible echar en falta algo que nunca has tenido, cuanto te echo de menos…

Un beso

jueves, 10 de enero de 2008

Un poco tarde llega la primera entrada del año... (Lo siento, bohemios y principito)

Empieza un año... Supongo que la única diferencia será el escribir la fecha en nuestras queridas hojas de la facultad... Supongo que nada más ha cambiado... Y, sin embargo, siempre acabo llorando cuando termino de tomarme las uvas... Siempre acabo recordando el año que se termina, imagenes, situaciones... Pienso en lo que me espera, en lo que deparará el futuro... Y me acabo emocionando... No puedo evitar darme cuenta de que nada de lo que fue volverá a ser aunque aparentemente nada cambie... Y es eso, supongo, lo que más miedo da... Ni lo bueno ni lo malo será nunca más ni bueno ni malo... Queda, simplemente, en el pasado, en recuerdos que se pueden perder sin más... Me gustaría retenerlo todo, guardarlo todo en una cajita para poder sacarlo en muchos muchos años... Pero no puedo, se me escapa, como el tiempo... Y sin darme cuenta, estoy en un nuevo año... Otro más... Otro menos...
Y sólo me queda, a parte de desearos que seais lo más felices que podais en este nuevo año, agradeceros que hayais empezado a formar parte de esa cajita imposible y recordaros que pongais bien la fecha en nuestras queridas hojas de la facultad...

Un beso muy grande

martes, 18 de diciembre de 2007

Sólo una cosa

Dices que no se puede querer tan rápido... ¿Qué es rápido?... Te conozco desde hace dos meses y un poquito, pero he aprendido a quererte como a amigos de toda la vida...
Aprendo de tí cada día y me haces darme cuenta de lo diferentes que pueden ser las cosas vistas a través de otro cristal... Has hecho que te odiara a veces diciendome cosas que me dolían pero, por suerte, también me has hecho ver que, pese a todo, eran ciertas...
Hoy, por una tontería, me he dado cuenta de lo que necesitaba un abrazo tuyo que, por supuesto, ha llegado al final... Me has hecho sonreir! Y hasta me has dado un beso de esos que dices que no me darás más!

Un día Güis (aquel profesor de filosofía) me pidió que definiera el amor... Yo le dije: Amor es ser y estar... en cualquier momento... en cualquier situación...
Para mi, el amor de cualquier tipo se puede resumir (muy resumido) en eso... Tú lo cumples... Ríendo o llorando...

Por eso, sólo puedo decirte una cosa... Gracias, amigo...

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Los amantes del círculo polar

Cuando hace frío la mayoría de las cosas van más deprisa, o llegan antes. Me refiero a las casualidades. Me encanta que haga frío.

Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases. SI. Podría contar mi vida uniendo casualidades. La primera y la más importante fue la peor...

Es bueno que las vidas tengan varios círculos. Pero la mía, mi vida, sólo ha dado la vuelta una vez y no del todo. Falta lo más importante. He escrito tantas veces su nombre dentro. Y aquí, ahora mismo, no puedo cerrar nada. Estoy solo.

Estar enamorada no es fácil. No basta con desearlo, hay que oírlo.

Sentí que algo conocido se había metido dentro de lo desconocido, había llegado al fin de algún sitio. Tuve un pálpito, fue el primero de muchos.

- ¿Y a mí qué me vas a regalar para Navidad?
- Nieve, toda la que quieras...

Nunca he tenido el corazón tan rojo.

- Tú eres Ana, la hermana de Otto.
- Si, tenemos los nombres capicua, eso no se borra.

Mi padre me decía que mi nombre era capicúa para que mi vida se llenara de suerte... así que me dio un vuelco... la vida.

martes, 11 de diciembre de 2007

Cuando estoy contigo

El cielo está gris. El suelo del parque mojado. Los columpios barridos. Hace frío, mucho frío. Pero, ¿qué más nos da? Cuando estamos así sentados en un banco, cuando me abrazas tan fuerte que hasta siento los latidos de tu corazón, cuando tienes tu cara tan cerca de la mía que siento tu respiración en mi mejilla el tiempo pasa tan deprisa... Demasiado. Ojalá este momento no se acabara nunca. Ojalá pudiera tenerte siempre tan cerca. Ojalá esta inmensa felicidad durara eternamente.
Tan esclavos del tiempo, sólo tenemos un par de horas para darnos en esta tarde de viernes. A veces, te juro, de veras, que siento no darte la vida entera, darte sólo estos momentos. Pero alguien me dijo un día una indudable verdad: que olvidamos las pequeñas alegrías por lograr la gran felicidad. Por eso, nada de pensar en este momento. Sólo sentir. Sentirte, sentirme. Sentirnos.
Dejo que el tiempo se pare, sólo unos segundos. Dejo que tus brazos acorralen mi cuerpo. Dejo que tu olor invada mis sentidos. Dejo que tu aliento penetre por cada poro de mi piel. Dejo que la felicidad me inunde.
Noto tu mirada clavándose en mi. No me atrevo a devolvértela. Soy incapaz de aguantar la mirada de esos ojos que nunca bajan la guardia, lo sabes. Al final lo consigo. Después de unos segundos me rindo, aunque el cosquilleo en la tripa aún no se ha ido del todo.
Es la forma de mirar de esos ojos azules la que me hace sonreír, la que mueve mi mundo.Poco a poco ha ido pasando el tiempo. Los segundos se han convertido en minutos y los minutos en horas. Tienes que irte. Sólo una última caricia, un último roce. La piel se me eriza con el último beso. Sé que mañana te volveré a ver pero hasta mañana que mucho tiempo. Toda una eternidad.

martes, 4 de diciembre de 2007

Odio

Otra vez, la puerta de su habitación se cerró para defenderla, cobijarla, esconderla. Otra vez se apoyó en ella, con los puños cerrados con fuerza y la lengua apretada entre sus dientes. Otra vez comenzó a contar, uno, dos, tres, sin que diera resultado. Otra vez, gritaba, muy alto, para dentro, sin mas desahogo que un par de lágrimas, que resbalaron por su mejilla llenas de impotencia, rencor, ira, dolor y odio, sobre todo odio. No quería pasar ni un solo día mas entre aquellas cuatro paredes y rodeada de esas personas. Esas personas, esas discusiones, esos gritos y ese miedo. Se hizo gracia a sí misma, pensando lo mismo que ayer y que antesdeayer. Siempre volvía a caer, siempre volvía a pasar, siempre. Oyó sus firmes pasos acercarse. Ya conocía aquella sensación, aquel impotente pánico a su fuerza. Suplicó, a quienquiera que la escuchase, si es que alguien lo hacía, justo antes de sentir la puerta golpearla, no con mucha fuerza. Vuelve a sentarte donde estabas, escuchó antes de soltar un leve suspiro de alivio, aunque lo peor estaba por venir. Apretó mas aún sus puños y dientes, si era posible, y obedeció sin rechistar. El miedo la dominaba, aunque no sabía que prefería. Él aguardaba al otro lado de la puerta. Sin ni siquiera levantar la mirada, ella cruzó el umbral de la puerta, eso si, lo mas arrimada al otro lado que podía, y se dirigió hacia donde había estado sentada. Oía su respiración detrás de ella. Sentía su rencor crecer junto con la impotencia frente a él. Su cuerpo comenzó a temblar y a aliviar aquella furia de la única manera en que su sentido se lo permitía, llorando. Una vez sentada, intentó perder su mirada, en cualquier parte, daba igual. Trataba de distraerse, no pensar en ella, pero no sabía cómo. Comenzó a entonar mentalmente una canción. Intentaba concentrarse en ella, convertirla en la reina de todos sus pensamientos. Lo intentaba de verdad, pero las lágrimas le brotaban de los ojos cerrados sin parar. Comenzó a gritar otra vez, en silencio, claro. Abrió los ojos y se sorprendió a sí misma con las uñas clavadas en sus piernas desnudas, desgarrando su piel y dejando gruesas líneas rojas tras de sí. Era la única manera, no había otra, de gritar. Puedes irte ya, si quieres, resonó en sus oídos. Dilo, pensó ella, dilo, que te mueres por hacerlo, Solo lo he hecho para que me respetes, venga, dímelo. Respeto, le hacía gracia esa palabra, y la facilidad con que la gente la confundía. Porque a ella, ni de lejos le parecía lo mismo respetar que temer. Y ella, no le respetaba… Se levantó y se dirigió hacia su habitación. Antes de haberle dado tiempo a salir de la sala, unas palabras se clavaron en sus oídos. Suplicó de nuevo, aunque ya sabía, que nadie la escuchaba. Suplicó en silencio, para sus adentros, que esas no fueran las palabras que ella creía. Pero el eco que habían hecho en su interior, le contestaron, haciéndole enloquecer de rabia. No quiero, se atrevió a responder. Él se levantó amenazante y repitió con firmeza, Dame un beso. Comenzaba a perder el control. Su cara ardía, sus ojos no dejaban de llorar, como los negros nubarrones de una tormenta, su lengua sangraba, dolorida, atrapada entre sus implacables dientes. Gritaba, mas alto que nunca. Cuando sus caras se acercaron, pensó irremediablemente en hacer lo único que le apetecía en esos instantes, escupirle, asqueada por su persona al completo, pero no pudo. Esa persona también incluía demasiada fuerza. Apenas sus labios hubieron besado su piel, salió corriendo, a refugiarse entre sus sábanas. Y allí calló, rendida, abatida y humillada. Después de aquello, no le quedaban fuerzas ni para odiarle. Se encogió en sí misma y se abrazó a la almohada, sola. Sin nadie que le dijese, No llores, yo estoy contigo, o, Duerme, mañana estarás mejor, o, simplemente, la abrazase y llorase con ella en silencio. Sola. Suspiró y se puso a llorar. A llorar hasta la última lagrima que le quedase, no podía guardar ninguna. Para que mañana, en el trabajo, nadie note nada.

El Principito






Después de mucho tiempo, dedicaré esta entrada a uno de los libros que más me ha enseñado sobre la vida y sobre como vivirla: El Principito.


El Principito me enseñó a dibujar boas abiertas y boas cerradas, aprendí que los baobabs pueden ser muy peligrosos, que las flores pasan frio y que los números no sirven para nada.


Pero sobre todo me hizo soñar, me mostró que hay otra forma de mirar el mundo, que todo puede ser más fácil y que el Principito siempre caminará conmigo.




"Para mí, éste es el más bello y el más triste paisaje del mundo. Fue aquí donde apareció el principito en la Tierra, y luego desapareció.
Mirad atentamente este paisaje para que estéis seguros de reconocerlo, si algún día hacéis un viaje a Africa, al desierto. Y, si llegáis a pasar por allí, no tengáis prisa, os lo suplico, ¡esperad un poco exactamente debajo de la estrella! Si entonces un niño viene hacia vosotros, si ríe, si tiene cabellos de oro, si no responde cuando se le pregunta, adivinaréis al momento quién es. ¡Entonces sed buenos conmigo! No me dejéis tan triste: escribidme en seguida que él ha vuelto..."


*Gracias, amigo, por la idea y por, de repente y sin saberlo, devolverme la ilusión. Esta entrada también para ti, principito...



domingo, 25 de noviembre de 2007

V de Vendetta


Usare esta actualización para contestar a recientes comentarios y conversaciones.


Sólo os diré una cosa: V de Vendetta. En esta película (nunca he leído ninguno de sus cómics), V pone voz a mis ideas.


"He visto con mis propios ojos el poder de los ideales. He visto a gente matar por ellos y morir por defenderlos. No se puede besar un ideal, ni tocarlo o cazarlo; los ideales no sangran, no sufren, y tampoco aman. Pero nos dicen que recordemos los ideales, no al hombre, porque un hombre se puede acabar. Pueden detenerle, pueden matarle, pueden olvidarle, pero 400 años más tarde los ideales pueden seguir cambiando el mundo."

"Bajo esta piel hay algo más que carne y hueso, hay una idea... Y las ideas están a prueba de bala."


"Hay un rostro bajo esta máscara pero no soy yo. Ese rostro no me representa más que los músculos y los huesos que hay debajo."


Siempre que he visto cambiar el mundo ha sido a peor... Este mundo necesita algo más que parlamentos, necesita esperanza. Una mente abierta puede cambiar el mundo, pero muchas veces el único veredicto es venganza...


Un beso muy grande a todos y recordad: "Anarquía significa sin líderes, no sin orden."

martes, 20 de noviembre de 2007

Una verdadera historia de amor


El otro dia, cuando mi madre llegó a casa, tarde, después de una larga jornada de trabajo, yo estaba escuchando a Silvio Rodriguez (adorado por ambos, mi padre y mi madre).
Mi madre se dejó caer en el sofá, a mi lado, para disfrutar de la música.
Cuando se acabo la canción levantó unos ojos llenos de lágrimas, me miró y me dijo:
"Si algún día me falta papá (mi padre), creo que no podría volver a escuchar a Silvio, se me partiría el corazón."

Me pareción la más bonita declaración de amor. Me di cuenta de que, incluso después de tantos años, de tantos momentos faciles y dificiles, después de todo, siguen enamorados.

Por ellos.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Un día de lluvia

La lluvia todo lo trae y todo lo lleva… Me empapa, moja mi corazón… Quiero gritarle a la lluvia todo lo que llevo dentro, pero ella misma me acalla… Mi corazón llueve, sangre sobre el mundo, sobre mí… Mis lágrimas se confunden con sus gotas, llueve felicidad… Dices que debería reir… Y, ¿qué voy a hacer yo, amigo, si el amor me inspira melancolía?... Llueven lágrimas de felicidad…
Feliz de poder sentir, feliz de saber sonreir… Dices que debería hablar… Pero qué bello es, amigo, el secreto… Lágrimas en silencio, bajo la lluvia, que no duelen…
Lágrimas hermosas, sonrisas ocultas, una espera que acaba, una palabra bonita, secreta…
Pero llueve, sin más… Llueve… Las calles desiertas acompañan mi vida, mojadas como mi corazón, inundadas… Inundadas de vida, de futuro, de todo…
No sé donde voy, amigo, pero sé que quiero caminar… Sé que algo bueno trae este día de lluvia… Algo bueno está por llover…
Y las gotas dibujan una sonrisa en mi cara y mis pasos se pierden en la oscuridad… Llueve, corazón…

miércoles, 14 de noviembre de 2007

El paso del tiempo...


Cuando era pequeña mis padres me llamaban "princesa de la cara de fresa". Yo me enfadaba mucho y les decía: No! Soy la princesa de la cara normal!
Ahora, años más tarde, cuando mi madre me llama "princesa de la cara normal" me enfado y le digo: No! Soy la princesa de la cara de fresa!

Utopía

¿Para qué sirve la utopía?
Ella está en el horizonte.
Me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve la utopía: para caminar.

Asturias


Algo me llama. Apenas un susurro en la distancia, apenas la brisa acariciando mi piel. Pero me abraza, me llena.
Es Asturias, que me saluda desde la distancia y me dice que no me olvide de ella. ¿Cómo podría?
Creo que sólo un asturiano podría entender este amor irracional por un pedacito de tierra. Pero es más que eso, mucho más. Podría decir que son sus paisajes, que es su gente, sus hórreos o su sidra. Pero no.
Nunca he conseguido expresarlo ("Asturias si yo pudiera, si yo supiera cantarte...") y eso no es sino una intento en vano más. Es ese escalofrío que recorre todo mi cuerpo cuando entro en territorio asturiano, esa plenitud, ese sentirme acompañada dando un paseo en soledad. Es mirar una foto y sentirme orgullosa, es acostarme en Madrid, pasar alli la noche, y despertar de nuevo en la capital. Es saber que alguien te espera y siempre te esperará. Es, simplemente, ella.
Mis sensaciones podrían denominarse exageradas y muy posiblemente lo sean. Seguramente sean igual de exageradas como inevitables. Diego lo llamaría algo así como locura.
Sólo tengo una cosa clara: ya seas asturiano o extranjero, Asturias enamora. Porque si.

A ti, desde la distancia. Pronto nos veremos.


Mi razón de vivir siempre es volver...
Volver a algún sitio donde un día, fui feliz...

lunes, 12 de noviembre de 2007

Yo no lloro

Yo no lloro… Yo no lloro… Que línea más delgada me separa… Que línea más delgada, de ser una mujer… De que me respeten como persona… Apenas unos meses… para hacerme, para valer algo… ¿Qué pasa ese día?... ¿Qué pasa el día del precipicio?... ¿Qué día es ese, en el que, de repente, todos te ven diferente?... De pronto, depende de un día que tus decisiones sean válidas o una simple ilusión, que tus palabras sean escuchadas o se precipiten al vacío… ¿Acaso soy hoy menos persona que mañana?... ¿Acaso eres tú mas tú por ser mayor?... Pero yo no lloro… No lloro porque, al contrario de cómo piensas, sé quien soy, se hasta donde puedo llegar y, lo mas importante, sé quien eres tú… Sé que soy persona, digas lo que digas… Y no me conformo… No, no con tus condiciones… Soy quien soy y sé quien soy… te guste o no… Y no lloro, porque soy yo, ahora soy yo y mi vida… Somos nosotras, sin nada que nos interrumpa, nadie a quien necesitemos… Y no lloro… Voy a hacer mi vida, a mi manera, con mis sueños, no con los tuyos… con mis esperanzas, no con las tuyas… fiel a mis ideas, no a las tuyas… Quizás mañana vuelva, quizás mañana te eche de menos… Entonces regresaré, como una persona extraña, como alguien a quien no conoces porque, cuando podrías haberlo hecho, aún no me creías persona, aún no pensabas que fuera yo… Y no sabrás nada de mí, porque no intentaste conocerme cuando tuviste la oportunidad, porque no te parecía suficiente… ¿Entonces te pareceré suficiente?... ¿Te pareceré merecedor de ti?... ¿Te parecerá interesante saber si lloro?... Te lo digo ahora, yo no lloro… Porque quizás, entonces, será demasiado tarde… Quizás, entonces, sólo pase a tu lado y te salude… Quizás llores entonces, y quizás no me importe… Quizás ya no seas nada… Y yo no lloraré… Porque seré quien soy.. .La misma persona que ya soy… Y tú, sigues sin verlo… Imagínate si estas equivocado, que piensas que soy tan pequeña, que lo sabes todo de mí… Pero ni siquiera sabes, que lo que yo siento… es otra cosa…

Tienes los ojos verdes

- ¿Sabes que tienes los ojos verdes? Si no lo sabes, te lo digo yo: tienes los ojos…
- “Entonces, ¿os parece bien esa propuesta?”
- … verdes. Verdes. Pero no es un verde normal, el tuyo es…
- “Personalmente creo que es una buena idea.”
- … especial…
- “Y no es difícil de poner en práctica.”
- … sólo tuyo…
- “Además resolvería otros mucho problemas.”
- … bueno, y mío, cuando lo observo y me pierdo dentro de él…
- “No sé, sería un gran avance.”
- … es el verde que me da la paz con sólo un vistazo, el verde que me dice tantas cosas sin palabras…
- “Quería planteároslo, pero lo veo bastante claro.”
- … el verde que busco a todas horas, el verde de mis sueños, al que pertenecen todos mis pensamientos…
- “¿Qué os parece?”
- … verde, verde…
- “Bien, por lo que veo.”
- … mírame, deja que lo observe, que me de vida... verde…
- “Se lo comunicaré a la dirección, pues.”
- … ya lo veo, ya, otra vez…
- “No tendrán nada que objetar.”
- … inúndame…
- “Un poco de manipulación y no habrá ningún problema… jajaja.”
- … es increíble, tantos tonos de verde y ninguno que se le parezca, que pueda compararse… ninguno…
- “Venga, fuera de bromas… ¿lo has apuntado todo?”
- … eres tú el único que lo posee… ni árboles, ni flores, ni animales, ninguna persona… nadie… ese verde…
- “Ya está todo, ¿no?”
- … y pensar que no puedo decirte nada… no te lo puedo contar, no puedo hablarte de tu verde…
- “Venga, firmad todos.”
- … es un secreto, un secreto entre tus ojos y yo, sólo nosotros lo sabemos…
- “Ya está, pasa la hoja por aquí.”
- … un secreto… es el verde, verde…
- “Y dejad de empujar la mesa ya.”
- … quizás algún día te lo cuente y te hable del verde…
- “Venga, venga.”
- … pero sólo si tus ojos me dejan, porque es un secreto…
- “Ana, has estado callada todo el rato. ¿Tú qué opinas?”
- “¿Yo? Que tienes los ojos verdes…”

viernes, 9 de noviembre de 2007

La verdad, no se como expresar lo que siento. Me siento estúpida al intentarlo, creo que ya nada tiene sentido.
Podría escribir mil excusas, mil explicaciones, pero no acallarían mi cabeza. Nada me ayuda ya.
Son instantes, son casualidades, son los nervios, el estado de ánimo. Todo pasa tan rápido, viene y se va sin que te des apenas cuenta. Pero una vez pasa te odias, te arrepientes y no consigues explicarte como ha podido suceder.
Nada hace que el tiempo vuelva atrás. Nada consigue calmar esta rabia que siento dentro, este odio hacia mi misma. Nada.
Ya sólo resta pedir perdón y esperar que lo aceptes. Esperar que entiendas lo que me llevó a perder los nervios, la razón y, posiblemente, a un amigo.

Me arrepiento mucho de que escuchases gritos que no te correspondían y mucho menos te merecías.

Sin más me despido hasta pronto, con la esperanza de un abrazo de esos que tanto necesito.

Un beso, Loren.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Para Diego

La oscuridad lo inundaba todo, por dentro y por fuera. Ella lloraba en silencio. Entre lágrimas oía a alguien respirar. Estaba durmiendo no muy lejos de ella, si estaba un poco el brazo, hasta podía rozar su piel. Pero no era la piel que ella quería acariciar, era otra. La persona que ella quería tener cerca, no estaba allí. Bueno, si estaba, al otro lado de la pared, bromeando y riendo con sus amigos. Podía oírles, pero tan lejos, que no podía ni adivinar por qué reían, era como un susurro, apenas audible. La verdad, tampoco le prestaba demasiada atención, estaba tan sumida en la oscuridad, que nada tenía ya importancia. De pronto, algo la sacó de sus pensamientos. Era aquel olor inconfundible. Provenía del cojín con el que habían estado jugueteando horas antes, y que ahora yacía entre sus brazos. Y así, abrazada a aquel olor, comenzó a recordar aquellos dos últimos días. Podía verlo todo pasar frente a ella, como una película. Cada palabra, cada sonrisa, cada detalle había quedado guardado en su memoria. Hasta sintió en su boca el sabor de las moras que había cogido de su mano, sólo para poder decirle gracias e intercambiar sonrisas. Todo. Recordó la discusión por quién llevaba los pasteles, el paseo en bicicleta, el acantilado con la roca, en la que no te puedes sentar porque te llevan las olas. También se acordó del paseo con las flores y el camino de vuelta, él había estado confundido, pero no lo sabía… También pasó por su mente la estrella fugaz, el paseo cogida de su brazo. Hasta había un hueco entre sus recuerdos para el escondite, él siempre corría mas. El día de mimos había sido el mejor, si, el de borde no le había gustado tanto, porque… Al volver a la oscuridad se sorprendió a sí misma sonriendo. Era sonrisa muy triste, pero no habría podido pedir mas. Volvió al olor. Era una cobarde, se había saltado el último recuerdo… en un vago intento de apartar su mente de aquel momento, se preguntó si él se acordaría de todos aquellos detalles, pero inmediatamente se sintió tonta e ingenua por hacerlo… claro que no. Se obligó a sí misma a volver a aquella última noche. Recordar aquello dolía mucho, pero debía hacerlo, y lo sabía. La discusión había sido muy dura y le había hecho mucho daño. Ella también había sufrido, pero se lo merecía o, por lo menos, eso era lo que ella pensaba. Además, ella se lo había hecho a conciencia, y eso le desgarraba el corazón, aunque sabía, que no había habido otra solución. Eso no era excusa, lo sabía, y pensarlo tampoco le hacía sentirse mejor, pero, y aunque su corazón se estuviera partiendo en mil pedazos a la vez, lo había hecho para protegerle, protegerse. Había necesitado hacerle daño para apartarle de ella y de sus sentimientos y acabar con sus fantasías y sueños que no harían mas que daño, y aquella había sido la mejor manera, aunque lo hubiera hecho con lágrimas en los ojos y sin dejar de pensar en él ni un instante. Ella había sufrido más que nadie, pero ni eso ni nada importaba ahora ya, porque, y aunque era lo que ella, rota y desesperada, había buscado, le había perdido para siempre. Se abrazó por última vez al olor y lloró. Lloró, hasta que, abatida, calló rendida ante el implacable sueño. Y, al otro lado de la pared, tres voces bromeaban y reían sin percatarse, de la oscuridad que todo lo inundaba, por fuera y por dentro.