domingo, 21 de septiembre de 2008


Este ha sido, sin duda, un verano diferente. Siempre antes usado para viajar, este año había decidido pasarlo en casa, en Asturias. Y, para mi sorpresa, han sido dos meses maravillosos.
Dos meses en los que la vida cotidiana de personas a las que conocía y personas a las que no, me han ayudado a ver la vida de otra manera. He aprendido que todos ,en algún punto secreto de nuestra fortaleza, somos frágiles. He aprendido que las personas más inesperadas pueden enseñarte, hacer que veas el mundo desde otra perspectiva. He aprendido que las mejores decisiones se toman sin pensar y que tomar una u otra, muchas veces, tampoco tiene tanta importancia. He aprendido que nuestros planes de futuro comienzan aquí y ahora y no "mañana" o "algún día". He aprendido que no todo lo que damos por sentado es y que las personas cambian.
Pero sobre todo he aprendido que soy yo, que necesito a personas de la misma forma que ellas me necesitan a mi y que todo es más fácil si dejas que fluya a su ritmo.

Y hoy, de vuelta en Madrid y degustando un delicioso helado de leche merengada con ayuda de una cuchara de mango rojo, me doy cuenta de que nada va a cambiar y nada seguirá siendo como antes.

2 comentarios:

Jesús V.S. dijo...

Es importante darse cuenta de todo eso que dices que tú has hecho. Me alegro, porque eso es el primer paso para encarar el resto de cosas.

Un besito Ana. :)

Loren dijo...

No cambies mucho. Te queremos tal y como eres.

Un besazo cielo.