lunes, 19 de noviembre de 2007

Un día de lluvia

La lluvia todo lo trae y todo lo lleva… Me empapa, moja mi corazón… Quiero gritarle a la lluvia todo lo que llevo dentro, pero ella misma me acalla… Mi corazón llueve, sangre sobre el mundo, sobre mí… Mis lágrimas se confunden con sus gotas, llueve felicidad… Dices que debería reir… Y, ¿qué voy a hacer yo, amigo, si el amor me inspira melancolía?... Llueven lágrimas de felicidad…
Feliz de poder sentir, feliz de saber sonreir… Dices que debería hablar… Pero qué bello es, amigo, el secreto… Lágrimas en silencio, bajo la lluvia, que no duelen…
Lágrimas hermosas, sonrisas ocultas, una espera que acaba, una palabra bonita, secreta…
Pero llueve, sin más… Llueve… Las calles desiertas acompañan mi vida, mojadas como mi corazón, inundadas… Inundadas de vida, de futuro, de todo…
No sé donde voy, amigo, pero sé que quiero caminar… Sé que algo bueno trae este día de lluvia… Algo bueno está por llover…
Y las gotas dibujan una sonrisa en mi cara y mis pasos se pierden en la oscuridad… Llueve, corazón…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es bochornoso: he tenido que publicar yo para que tú lo hagas:-)

Me encanta tu texto, sólo le pongo un pero (ya sabes...), y además me llama mucho la atención las similitudes que hay (yo veo varias) entre este escrito y el mío. Serán casualidades.

Los bohemios podemos hacer dos cosas: matarnos entre nosotros o convivir en paz y armonía. Siempre pensé que la primera opción era la mejor; es una suerte el haberte conocido y el haber cambiado mi opinión.

Besos bohemios!
Por cierto, tu eres persona bohemia y bonhomía (que no es lo mismo)

Anónimo dijo...

Ya conoces mi opinión sobre el asunto. Sólo mentar a este texto me hace recordar mi situación más reciente. Supongo que sabré valorarlo en su justa medida pasado un tiempo.

Besos y más besos.

Anónimo dijo...

La lluvia barre el pasado, esa capa de mierda -a veces hay que ser así de explícito- que tenemos incrustada en nosotros y no sabemos cómo echarla... Y a su vez deja esas nuevas gotas que se quedan en la piel, esperando a que las miremos, y en su reflejo, adivinemos lo por venir.

¿Qué pongo? ¿Un beso, varios, sólo uno y luego muchos? ¡Qué complicado!

Anónimo dijo...

Druida, como dice Ángel González, lo llamamos porvenir porque está por venir, nunca se sabe si llegará o no.

Hasta luego!

Ana: un beso (un montón)
Druida: un abrazo (un montón)