martes, 23 de diciembre de 2008

Frankenstein o el moderno prometeo

Lo intenté varias veces y varias veces fallé, nada raro. Por más que me lo proponía no era capaz de pasar de la primera página, que he terminado por saberme de memoria.
Hace un par de semanas volví a cogerlo, como tantas otras veces. Siguiendo la costumbre, fue cuando no tuve qué leer, “hasta que encuentre algo mejor”. Pero esta vez no fue así. Sin saber por qué, a la noche siguiente volví a aceptarle como compañero de cama. La experiencia fue placentera así que, noche tras noche, me acompañó en las horas más oscuras, cuando todo duerme menos los libros y la luna. Y así hasta que ayer acabó nuestra corta pero intensa relación.
Por el mito, por las historias qué se yo, me esperaba una monstruosa novela sobre un monstruoso monstruo. En definitiva, una monstruosidad. Pero nada más lejos de la verdad.
Frankenstein, un joven científico, crea un ser cegado por la obsesión de descubrir los secretos de la vida. Una vez terminada su obra, huye despavorido al encontrarse cara a cara con su creación, un ser demasiado horroroso como para ser observado. El libro, oda al amor, recrea sus vidas, tanto cuando están juntos como separados.
Bajo mi punto de vista fiel reflejo de la sociedad, no consigo recordar un libro que me hiciera sentir tan vivamente la soledad. Más que la mía propia, la de tantas personas que la sufren. Duele pensar que somos así, tan despiadados, pero pensar, en general, duele. Se me viene a la cabeza “El jorobado de Notre Dame”: ¿quién el hombre, quién el monstruo? Al igual que los diferentes protagonistas, ¿tenemos todos dos caras, un bondadosa y amable y otra cruel y despiadada? Supongo que sí.
El ser, comúnmente llamado “Frankenstein” pero que en ningún momento es bautizado, aspira “sólo” a la aceptación, al cariño y la amistad. A lo largo de las veladas, sus ilusiones se iban despedazando, a la vez que las mías. Llorábamos juntos, sonábamos juntos, todo lo que había a nuestro alrededor se rompía al tiempo. Y sólo deseaba mirar a los ojos a ese “monstruo” y darle la mano, sin miedo, porque ninguno de los dos estaríamos solos nunca más. Quizás Frankenstein cumplió su promesa y terminó su obra, creándome a mí.
¿Realmente no hay nada más? Tal vez sea así; y lo único que nos queda es vagar sin rumbo por la oscuridad. Tal vez sea el moderno Prometeo que ha venido a iluminar con su fuego mis noches.

sábado, 13 de diciembre de 2008

CINEMA PARADISO

Anteriormente me habían hablado mucho de esta película y siempre de forma muy apasionada. Nunca había llegado a verla. Hay cosas que te llaman, hay cosas que no. Esta, inexplicablemente, era una de las que no.
Hasta hace poco, había sido relegada a un sitio bonito pero olvidado. Allí permanecía, esperando tranquila, a conquistarme algún día. Y así fue.
Despertó mi interés un día cualquiera, como pasa con las cosas buenas. Sin saber por qué había impactado de nuevo en mi vida, esta vez para quedarse. Cuando vi en clase algunas escenas no pude resistir la curiosidad por saber cómo se coleccionan besos prohibidos.
Hoy, al fin, ha acariciado todos mis sentidos para demostrarme que el buen cine existe, o existió algún día. Ahora las películas ya no hacen soñar, esta es una de las pocas que sí.
Inmersa en una historia sencilla pero que no podía dejar de mirar, me dejé cautivar de nuevo por el amor. Muchas clases de amor: a un padre, a un amigo, al cine, a una pareja.
Sin ninguna duda y pese a la crudeza de su desenlace, me quedo con la escena en el que Alfredo y Toto hacen magia para compartir el cine con todos aquellos que no pueden disfrutarlo en ese momento. Da miedo pensar como lo que antes daba vida a tantas personas está agonizante ahora.
Lo peor de la película: que una de las escenas vistas anteriormente fuera la última.
El amigo que me la dejó me aconsejó que no la viera sin “kleenex”. Por una vez, he hecho caso.
“Un fundido en negro y fuera, un buen temporal…”




La verdad es que me veo, de una manera u otra, reflejada en los enormes ojos del niño. Esa pasión irracional, inexplicable.
Hace años ya que se me abrieron las puertas y los ojos al extraño mundo de la filosofía. Cuando lo descubrí, me cautivó. Comencé a sacar libros de las estanterías de mi padre y a devorarlos, sin que nadie lo supiera. No los entendía del todo pero sí que producían en mí algo que me gustaba. Preguntas y más preguntas. Mi propia lata llena de tesoros que algún día arderá.
Esa curiosidad insaciable siempre me ha acompañado, pero en ese momento terminó por estallar. Necesitaba saberlo todo, leerlo todo, preguntarlo todo. Un mundo sin límites se abrió ante mí.
Pero, como ya se sabe, las cosas “inútiles” todo el mundo las ve bien, pero sólo para un ratito. Después “será mejor que lo dejes”.
Las preguntas nunca se van, es más, cada día descubro más y más. Pero esque “Ana, no se puede saber todo. Limítate a lo tuyo.”
Espero no irme nunca o que, cuando vuelva, no haya planes de demolición.

--Y esque, algunas veces, el último regalo que te puede hacer la persona que más te quiere es dejarte marchar--

lunes, 1 de diciembre de 2008

Hoy no sólo me has recordado que debo sonreír, no sólo has sido algo más que un apunte en mi mano.
Hoy me has hecho llorar. Una lágrima ha resbalado sin prisa inundándolo todo. Me has hecho llorar porque estoy bien. Porque estoy bien y puedo compartirlo con alguien que, aunque algunas veces no lo parezca, siempre está ahi.
Gracias por ser mis pinturas, gracias por ser mis colores, mis gominolas y mis 24 chocolates.

Dicen que sólo era lluvia... pero tú y yo sabemos que hoy a nevado.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Hoy

Hoy me he encontrado de frente con el otoño. Como todo lo que esperas durante todo un año con impaciencia, parece que nunca va a llegar. Pero al final siempre acaba la espera, antes o después.
Hoy se han caído todas las hojas, aún no sé si de pena o de alegría. Aún no sé si es una despedida o ese viaje que tanto anhelaban. Aún no sé si una muerte lenta o el comienzo de una vida mejor. Pero sé que ahora están más desamparadas, que son más libres.
Hoy he visto al viento contento. Jugaba con hojas, bufandas. Jugaba con niños y ancianos, hombres y mujeres. Jugaba sin distinciones de ningún tipo. Se divertía y hacía divertirse a todas las personas y cosas.
Hoy he paseado con las manos metidas en los bolsillos. He despertado a las hojas que se había dormido sin querer, como cuando todos éramos pequeños. Hoy el viento también ha reparado en mí, parecía el único que lo hacía. Y me he sentido acompañada en soledad.
Hoy he recordado tantas cosas. Me he empapado de los colores, que año tras año vuelven a ser distintos, sin cambiar nunca.
Hoy he llorado, sin saber por qué.
Hoy no he echado de menos el mar.
Hoy todo podría haber sido en blanco y negro.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Hitler y la libertad

Parece que todos tenemos la palabra libertad en la boca. Unos creen que la tenemos, otros pensamos que no, pero parece la meta final de todos nosotros, tanto para los que realmente la buscan y para los que sólo la nombran.
¿Sabemos realmente lo que significa LIBERTAD? El libro "El miedo a la libertad" la describe muy bien. Fromm plantea su propia idea, en la que el lector acaba por preguntarse si es realmente lo que quiere.
El ser humano, por su naturaleza, necesita sentirse querido, parte de algo. Tendemos a agruparnos para poder identificarnos con los demás, y excluímos a los que no forman parte de nosotros para sentirnos más fuertes.
Eso es lo que he visto hoy en unas imágenes de la época nacionalsocialista. Hitler, apoyado por su partido, dio a las personas lo que querían. Les hizo sentirse parte de algo, de algo con poder. Les dio colores, a todos los mismos. Un símbolo, un gesto, unas palabras. Todos eran uno. Todos perseguían los mismos fines, los de unos pocos. Si el nacionalsocialismo llegó tan lejos no fue sólo porque una minoría lavase el cerebro a los demás, sino porque el resto estaba sediento de nuevas ideas. Necesitaban unidad, necesitaban fuerza.
Y, ¿qué mejor que además "excluír" (por usar algún eufemismo)a los que no pertenecían a su grupo? Eso les daba poder. Manos a la obra.
Por un tiempo todos estuvieron protegidos por su grupo, todos formaban parte de algo que daba sentido a su existencia. Nadie quiso darse cuenta de que, su mesías, no debería formar parte del grupo del que predicaba.
No le quitemos méritos a Hitler. No era una gran persona, pero si un gran vendedor: vendió algo que el resto no quería por un preció desorbitado (otro eufemismo). Pero todos lo compraron.
El libro "The wave" de Morton Rhue habla de un experimento ficticio, en el que un profesor propone a su clase identificarse como grupo. Se inventan unos saludos, unos gestos y unos símbolos. Al principio todo marcha bien, los alumnos se sienten a gusto y unidos. Poco a poco el colectivo va degenerando hasta, como en los años nazis, despreciar al resto, llegando a emplear la violencia por defender y proteger el grupo. Eso sí, dentro del grupo se ayudan y apoyan unos a otros.
¿Quién quiere entonces la libertad? ¿Para qué? Fromm nos describe la libertad como la ruptura de todas nuestras ataduras, y eso es algo que no mucha gente quiere. Romper con las ataduras monetarias, políticas y... sociales. En todos los sentidos. Volver a ser un individuo, sin más. Esa es la verdadera libertad y no la descafeinada que con tanta facilidad nombramos. Dejemos de comprar todo lo que está a la venta.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Una fotografía. Un momento, instantes. Sabía que allí pasaba algo y tuve la necesidad de mirar. Intenté evitarlo, pero las luces parpadeantes de un coche de policía no ayudaron mucho a mi propósito. Mis ojos se deslizaron poco a poco y, en pocos segundo, supe no tendría que haber mirado.
La imagen que vi me impactó tanto que mi pie pisó el freno de repente, sin avisar. El coche paró en seco y el claxon de protesta no tardó en llegar. Tardé en reaccionar, en volver a meter primera.
Aquella escena aun permanece fresca en mi memoria y, con frecuencia vuelve a mí. Cuando esto sucede, mi mirada sigue perdiéndose en el vacío, mis músculos pierden fuerza y una lágrima asoma tímida, sin hacer ruido, igual que se va. En ella se refleja por unos segundos un hombre. Un hombre y un niño. El primero lucha, lucha contra otro, se aferra con fiereza a lo poco que tiene. Grita con rabia, impotente al ver que le arrancan sin miramientos lo que le mantiene a flote. Pero no se resigna. No quiere que si hijo le vea rendirse. Pelea, grita, intenta zafarse de las garras que le aprisionan. El otro, un niño, llora. Llora porque no entiende, porque no sabe. A sus pies, un par de mantas, una silla rota y una maleta vieja. Toda una vida que espera, tirada en medio de la calle. Sus ojos empañados miran a los adultos. ¿Por qué gritan? ¿Por qué pegan a su padre? Sus brazos cuelgan, sin fuerza, pegados al minúsculo cuerpo. Está asustado pero no tiene miedo a perder, nunca ha tenido nada.
La lágrima huye, al igual que su reflejo, lejos. Muy lejos de una fría mañana frente a la cárcel de Carabanchel.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Cuando, por “obligación”, tuve que ir a ver una exposición de fotos, me alegré al comprobar que renacía en mí la fascinación por la fotografía que había sentido tiempo atrás. Volví a perderme entre tiempos pasados y presentes, futuros tal vez. Volví a habitar vidas ajenas, a imaginar la historia que se escondía detrás de cada rostro.

Fueron muchas las imágenes que me llamaron la atención, pero sólo hubo una que realmente me conmovió. Estuve largo tiempo intentando desentrañar lo más profundo de su expresión. Esos ojos me cautivaron. Esconden una verdad a la vez tan clara como difusa. El resto del marco pasó prácticamente desapercibido. Peros esa mirada…

Enfrentados al lujo que los rodea, los ojos están tristes. Algo les da miedo, les asusta. Están cansados de mirar, cansados de ver, cansados de ser y de estar. Me da la impresión de que en, cualquier momento, caerá una lágrima. Solitaria conseguirá escapar de la cárcel blanca, del muro que todo lo rodea. Y los ojos serán libres al fin.

jueves, 16 de octubre de 2008

Sangre de gato

Después de escuchar que el diario ABC es “de izquierdas”, que España no es racista (Inglaterra tampoco), después de ver a las sociedades del “primer mundo” (?) pagar con alegría, aunque sea con su propio dinero, los lujos de otros, después de tantas cosas me pregunto: ¿qué tenemos en la cabeza?
Condicionados desde que nacemos, damos por válido el mundo en el que vivimos. Con más o menos facilidades nos incorporamos a la sociedad vigente, anteponiendo la comodidad al resto de cosas. Las pequeñas desviaciones son acalladas, todo vale para “enderezarnos”. Así, nos convencen, gritan lo que queremos oír para hacernos sentir mejor. Y nosotros, tan contentos. ¿Qué más se puede pedir? Nos conformamos con poco. Nos vale con escuchar que somos libres (?), que velan por nuestra seguridad (tanto física como económica) (?), que votamos a nuestros gobernantes en una democracia justa (?) y un largo y extenso etcétera. Poco más nos da.
“Yo no tengo la culpa de que otros lo pasen mal”, nos convencemos a nosotros mismo. ¿Mal? Que haya personas en el mundo que se mueran por no tener agua potable es pasarlo bastante peor que mal. Bueno, tampoco es cuestión de amargarse los días pensando en las injusticias, ¿no? “Yo tampoco puedo hacer nada por ellos.”
Para no sentirnos asesinos en exceso, nos apoyamos unos a otros. Nos damos palmadas en la espalda, tampoco es para tanto. “Pobrecitos”, decimos cuando, por ejemplo en la televisión, nos muestran imágenes de la realidad en ese otro mundo al que, para no equivocarse, llamamos “tercero”, “qué injusto es el mundo” y nos vamos a tomar una Coca-Cola con la que manchamos nuestra camiseta de Nike.
Llego a la conclusión de que es eso, que tenemos demasiadas cosas en la cabeza. Tantas, que no nos dejan ver el resto. La pena es que todos esos pensamientos sean superfluos y banales. Nos limitados a “sobrevivir” (como lo llaman algunos que nunca han tenido problemas mayores) dentro de nuestra burbuja, con los ojos bien cerrados, ajenos a todo lo demás porque “queda tan lejos”.
Y ahora sé que esto es lo que tenemos, pobres de nosotros, en la cabeza: sangre de gato.

domingo, 12 de octubre de 2008

Ayer por la noche

Mientras Madrid dormía y el cielo descargaba toda su ira sobre la ciudad, recorría las calles solitarias. Todo era de un color gris oscuro y apagado. Mis pasos, rápidos al principio para poder refugiarme de una noche que no parecía amigable, fueron cada vez más lentos.
Miré hacia el cielo encapotado y, cuando mi mirada volvió a posarse en el pavimento, ya no sentía la prisa de llegar a ningún sitio. En su lugar, despertó en mí una única necesidad, la de disfrutar de aquel momento.
Comencé a sentir el viento enredarse en mi pelo y en mis manos. Acariciaba, sin ser invitado, cada parte de mi cuerpo. Al pasar me dejaba sus historias, las que fueron y las que serán. Sin prisa, me contó lo que había visto. Me habló de lugares lejanos y de tiempos pasados mientras jugaba con las hojas secas que había en el suelo. Las gotas de lluvia que caían sin tregua me empapaban de leyendas de mares y nubes, de ríos y viajes.
De pronto, los susurros se extinguieron. Abrí los ojos y no pude encontrar ni rastro de lluvia o viento. Se había ido sin previo aviso y me habían dejado en medio de la calle, sola, en un estado de suspensión. Visiblemente, sólo había cambiado una cosa. Mis labios y mi corazón esbozaban una radiante sonrisa.
Sólo sentía una cosa, el sabor de la libertad en mi paladar. Sin saber por qué eché a correr, sin pararme, deseaba volar.
Y entonces me di cuenta que había sucedido lo que tantas veces había soñado.
Peter Pan había venido, al fin, a visitarme.


*Esta música me hace sentirme realmente libre.
http://www.youtube.com/watch?v=mjh416x-dkY

jueves, 9 de octubre de 2008

No sabía dónde iba cuando se fue, ni supo qué hacer cuando llegó. Siempre se había sentido perdido, fuera de lugar. Fue una de las muchas cosas que no cambió.
El problema de tener mucho tiempo es que acabas pensando. Y lo malo de pensar es que, antes o después, te acabas dando cuenta de que las cosas van mal. Su mayor agonía eran los trayectos en metro. Ese hervidero de calor y prejuicios le parecía eterno. Aunque lo retrasaba todo lo posible, siempre empezaba demasiado pronto; aunque lo único que deseaba era llegar a su destino, siempre acababa demasiado tarde.
Para distraerse, observaba todo lo que le rodeaba. Siempre veía a su alrededor lo que él nunca podría tener. Veía madres con tiempo para sus hijos, veía gente leyendo, gente hablando y riendo. Intentaba fijarse en todos los detalles. Menos en los ojos. Cuando, sin querer, tropezaba con alguno sentía vergüenza y huía. Nunca llegó a saber lo que realmente se escondía detrás de esas miradas, nunca supo ponerle nombre. Era una mezcla entre miedo, pena, desprecio e indiferencia. Pero lo que menos entendía era el por qué de esas miradas. ¿Acaso era diferente? ¿A caso era peor? No lo sabría.
Algunas veces se sentía tan distinto que, sin que nadie le viera, se le escapaba una lágrima. Lloraba en silencio, sólo, mientras la gente pasaba a su lado, se apretaba contra él en el hormiguero de la hora punta. Nadie reparaba en su llanto, nadie supo nunca por qué lloraba.
En esos momentos, la indiferencia del mundo se le atragantaba en la garganta. Caminaba, sin rumbo, sobre un suelo de cristal que se rompía a su paso, como la vida prometida que había venido a buscar.
Sólo una vez, una única vez, alguien se paró a su lado. Era un niño pequeño. Se quedó unos momentos mirándole. En su mirada no había nada, sólo curiosidad.
- “¿Lloras porque no tienes casa?”, le preguntó de repente.
- “No. ¿Por qué crees que no tengo casa?”
- “Bueno, los negros nunca tienen casa, ¿no?”
Esbozó una triste sonrisa, la sinceridad sin maldad de aquel niño le inspiró ternura.
- “Lloro porque no tengo hogar.”
Y supo que nunca sería feliz.

jueves, 2 de octubre de 2008

Una estrella fugaz cualquiera


Durante muchos años había vagado sin rumbo por el espacio. Tomaba un camino, otro, pero nunca tenía claro cuál ni por qué. Le divertía sorprenderse a sí misma con las decisiones que tomaba.
Un día cualquiera, algo llamó su atención. Allí, lejos, había un puntito azul. No pudo resistirse, y decidió acercarse para verlo mejor. A medida que el puntito fue creciendo, pudo ver que su color marino era intenso y brillante y que este se mezclaba con marrones de tierra y arena. Cuanto más se aproximaba a aquella extraña bola, más le atraía; nunca había visto nada igual. Estuvo observándolo durante un largo rato, pero sentía la necesidad de acercarse y ver cómo era realmente.
Aunque la estrella fugaz lo recordaría para siempre, fue apenas un instante lo que les unió. Un breve espacio de tiempo, bastó para saber que nunca había visto nada tan bello. Estuvo a su lado, lo contempló y escuchó como le susurraba palabras, sonrisas y lloros, luces y colores de todos los aromas.
Hubo momentos que hasta rozó su piel, suave y despacio, pero la estrella se puso tan nerviosa que ni pensó ni supo valorar lo efímero del instante. Ni siquiera supo hacer las preguntas adecuadas.
Pero todo se esfumó. De repente, todo se volvió oscuro de nuevo. Tal vez fuera porque la estrella no supo explicarle lo que significaba para ella, tal vez fue culpa de los dos.
Hoy, una estrella fugaz cualquiera piensa que tal vez pueda volver algún día a ese reino y pasar tiempo con su puntito, mientras se aleja, sin remedio, hacia el incierto infinito del espacio.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Sólo un enorme abrazo y mucho cariño que te encuentren estés donde estés... amigo.

Este ha sido, sin duda, un verano diferente. Siempre antes usado para viajar, este año había decidido pasarlo en casa, en Asturias. Y, para mi sorpresa, han sido dos meses maravillosos.
Dos meses en los que la vida cotidiana de personas a las que conocía y personas a las que no, me han ayudado a ver la vida de otra manera. He aprendido que todos ,en algún punto secreto de nuestra fortaleza, somos frágiles. He aprendido que las personas más inesperadas pueden enseñarte, hacer que veas el mundo desde otra perspectiva. He aprendido que las mejores decisiones se toman sin pensar y que tomar una u otra, muchas veces, tampoco tiene tanta importancia. He aprendido que nuestros planes de futuro comienzan aquí y ahora y no "mañana" o "algún día". He aprendido que no todo lo que damos por sentado es y que las personas cambian.
Pero sobre todo he aprendido que soy yo, que necesito a personas de la misma forma que ellas me necesitan a mi y que todo es más fácil si dejas que fluya a su ritmo.

Y hoy, de vuelta en Madrid y degustando un delicioso helado de leche merengada con ayuda de una cuchara de mango rojo, me doy cuenta de que nada va a cambiar y nada seguirá siendo como antes.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El silencio y la oscuridad de las horas de sueño marcan el compás. Ella espera tranquila, impasible. Acostumbrada a la soledad no tiene prisa porque sabe que, antes o después, él llegará. Y llega, como siempre, antes o después. Ilumina la estancia con una suave penumbra, apenas audible. Sin reparar en ella se sienta a su lado. Cerca, muy cerca. Ella aguarda, deja que el tiempo siga su ritmo, hasta que él la mira con el pudor de un niño pequeño.
Arrastra desde hace mucho un único deseo, tenerla entre sus brazos. Pero se frena, reprime su impulso, y se obliga a ir despacio. Sabe que perderá esa lucha contra una atracción que intenta ignorar, como siempre la pierde. Y lo nota. Poco a poco su cuerpo va cediendo, sus brazos van alargándose hacia ella hasta que la rozan. Rendido, comienza a desnudarla, con cuidado, con cariño, hasta que la tiene ante sí. Sin ropa, sin secretos, tal y como es. La acaricia casi con temor, sin acercarse demasiado, hasta que reconoce la suavidad de su piel, el calor de su cuerpo. Sólo entonces deja que su cabeza descanse sobre ella y la abraza. Con delicadeza la acerca a su pecho, haciéndola suya, haciéndoles uno. Empieza a acariciarla, ella se rinde ante sus manos. Los dedos se entrelazan, el ritmo en inconstante. La toca, como sólo él sabe, hasta que, al fin, ella grita su felicidad entre gemidos y palabra bonitas.
Y así, inmersos en su silencio, desafían al amanecer haciendo un amor que sólo ellos comprenden.


A un bajo que nunca entenderé y su bajista.

domingo, 20 de julio de 2008

- Mi padre solía decir que la vida no da segundas oportunidades.

- Sólo se las da a aquellos a los que nunca les dio una primera. En realidad son oportunidades de segunda mano que alguien no ha sabido aprovechar, pero son mejores que nada.


-- Nos iremos lejos. Lejos, donde nadie sepa quiénes somos ni les importe. Te lo prometo --

jueves, 17 de julio de 2008

Sólo una mirada...

Pasan los días y yo sigo escribiéndote cartas que nunca vas a leer. He empezado a pensar que las escribo sólo para mí, para matar la soledad y para creer por un instante que te tengo cerca. Todos los días me pregunto que será de ti, y qué estarás haciendo.
A veces pienso que te has marchado para no volver y te imagino en algún lugar rodeado de extraños, empezando una nueva vida que nunca conoceré. Otras pienso que aún me odias, que desearías no haberme conocido jamás. No te culpo.
Hace unos días soñé que volvía a verte, que nos cruzábamos en la calle y no te acordabas de mí. Me sonreías y me preguntabas cómo me llamaba. No sabías nada de mí. No me odiabas. Todas las noches cierro los ojos y espero poder volver a soñar lo mismo.
Mañana, o tal vez pasado, te escribiré para decirte que te quiero, aunque eso no signifique nada para ti.


-- Es curioso lo fácil que es contarle a solas a un trozo de papel lo que no te atreves a decir a la cara --

sábado, 14 de junio de 2008

Creía

Creía que me gustabas. Creía que te quería. Creía que el cosquilleo que recorría mi estómago cada vez que me mirabas a los ojos era amor. Creía que la velocidad de los latidos de mi corazón cuando estabas cerca se debía a tu inconfundible olor. Creía todo esto hasta que te fuiste. Para volver muy pronto, ya lo se, pero toda una eternidad aquí, esperándote. No quería que te fueras pero ahora, de alguna manera, te lo agradezco. Ya que sólo así y viendo cuanto te echo de menos, me he dado cuenta de que todo lo que creía, sin ninguna duda, es.

jueves, 12 de junio de 2008

Escribir

Me siento ante el papel desnudo. Quiero gritar, quiero llorar pero no puedo. Las ganas se revuelven dentro de mí buscando una mínima oportunidad para escapar de la carcel que no las deja salir. ¿Dónde ha quedado la magia de sentarse y escribir, sin más? Busco y busco el hechizo sin lograr más que garabatos, palabras sueltas. Y sangro. Sangro cada letra y cada silencio. Necesito encontrarme, encontrarte otra vez. Necesito salir, volar de nuevo. Necesito escribir.
Negros nubarrones cubren el cielo. Quieren llover, pero no pueden. No podremos descansar hasta volver a llover, hasta volver a sentir y decir lo que llevamos dentro.
Pero yo sigo en el metro. Miro nerviosa a un lado y a otro, mas no encuentro a nadie, está vacío. ¿Será que lo que he perdido es mi pluma?
Y no me queda más que intentar aplacar la ansiedad que me produce no poder escribirme, no encontrar el cómo ni el por qué. Supongo que es lo que tienen los amores imposibles.


"La inspiración acude cuando se pegan los codos a la mesa, el culo a la silla y se empieza a sudar. Elige un tema, una idea, y exprímete el cerebro hasta que te duela. Eso se llama inspiración." Carlos Ruiz Zafón

lunes, 31 de marzo de 2008

"Cada minuto es otra oportunidad de cambiarlo todo", retumba en mis oídos, hace eco en el vacío. Me armo de valor y me pongo a andar, dejo que mis pies me lleven donde sólo ellos saben que quiero ir. Mientras camino, pienso lo tonta que soy y sonrío sin poder aún creermelo. Pero intento convencerme a mi misma: "Sólo vas a mirar", me digo, pero sé que no es verdad. Me paro en seco, retrocedo unos pasos. Tengo miedo, como si retrocediera al ver un abismo. Cierro los ojos y te veo. Vuelvo a avanzar hacia delante de nuevo. En un momento podría haberlo cambiado todo, pero no lo he hecho. Sólo un par de metros mas. Cuando cruce la calle habré llegado. Lejos, difuso, entre el sí y el no, pero te veo. Todo se acelera, todo pasa más deprisa, hasta empiezo a andar mas deprisa. Llego a una puerta, está entreabierta. La empujo. Está fría, pero da igual porque ya te veo. También tu me has visto ya. Vienes caminando hacia aquí. Todo se para. ¿Qué haces aquí?... Yo también me pregunto lo mismo...

Escribir para ti...

Las ideas se revuelven en mi cabeza... Quieren salir, quieren convertirse en palabras, en palabras para ti... Pero la lucidez no llega... No consigo desenredar la realidad de los sueños... Pero mi pluma quiere escribir... Busco sin éxito entre libros y poemas algo que me ayude... No, es imposible... Sólo hay una cosa en mi cabeza... tú... El dolor no se cansa de dormir a mi lado... Pasa el tiempo y tantas cosas cambian... tantas... Pero mis sueños, mis sueños nunca cambian... Y sigo queriendo ese abrazo, sigo buscando esos ojos... Quiero verte, tocarte, hablar y escuchar, dejarme llevar...
Espero cada día poder tener un ratito para olvidarme de todo y dedicártelo sólo a ti... Pero espero y espero y ese ratito tarda demasiado en llegar... Y te echo de menos... Y trato de buscar por cada rincón algo que me recuerde a ti para no sentirte tan lejos... Y mis sueños se vuelven a romper... Ya has moldeado demasiadas veces mi arcilla... Y resulta que no han sido más que reflejos de la luna... Y no debería volver a despertar...

viernes, 14 de marzo de 2008

Cuando me habló, estaba triste;
Me preguntó la causa de mi tristeza.
Mujer, la causa de mi mal siempre es la misma:
Que yo adoro lo bello y tú eres la belleza.
A menudo, yo soy como el Quijote:
Te idealiza dueña de mi locura
Pero no se me olvida nunca que sólo es sueño
La causa de mi mal, ¡ya ves!, es la cordura.

(Ramón Sampedro)

miércoles, 12 de marzo de 2008

No son buenos tiempos para los soñadores...


No son buenos tiempos para los soñadores, no es un buen momento para soñar... "Despierta, despierta"...
Sé que es el momento de dejar de imaginar lo que va a pasar o, mejor dicho, lo que debería pasar... Quiero dejar de ser la princesa de un cuento que nunca termina, dejar de convertirme en rana... Quiero poder ver solamente la realidad, sin adornos propios ni de colores... Pero lo intento y lo intento y soy incapaz... Y vuelvo a pensar: ¿qué tiene de malo ser así?... Y otra vez no encuentro motivos... Y sigo viviendo en el mundo que he creado para mí... Pero sé, en alguna parte de mí sé, que volveré a estrellarme... Una palbra más, una palabra menos y me estrellaré... Y ya no se que es mejor... Si la total pero aburrida seguridad de ver un simple sombrero o la peligrosa magia de ver un elefante dentro de una boa...

Tal vez hoy no necesite ningún principe azul... tal vez el tren se haya ido sin mi... tal vez esta vez vuelva a preguntar a mis sueños... tal vez no...

"You treat life like a picture but it's not a moment that's frozen in time and it's not gonna wait till you make up your mind... at all..." (Rascal Flatts)

domingo, 9 de marzo de 2008

Despedida

Ha llegado el momento, lo sé. No me gustan las despedidas. Pero no puedo irme sin verte. No puedo, sin verte.
¿Lloras? ¿Es una lágrima lo que asoma por tu ojo? ¿Es ese el resultado de recuerdos felices? Los diferentes momentos vividos juntos, disfrutados, se resumen ahora en una lágrima que ya se deshace entre tus labios. ¿Vendrán más? Ninguna que la iguale. Ninguna mas que sepa susurrarme, ninguna en la que se reflejen tantas emociones.
Intento mantenerme fría para convencerme a mí misma de que no te quiero tanto, pero los dos sabemos que finjo. Los dos, que finjo.
El tiempo pasa, me tengo que ir. Un último abrazo. Otra vez me preguntas, si de verdad me tengo que ir. Otra vez te contesto, que nos volveremos a ver. Empiezan a resbalar lágrimas por mis mejillas. Me tengo que ir, te susurro al oído. Me abrazas más fuerte. No me vas a soltar, lo sé. No me lo pongas más difícil, por favor. No ahora. Sabes que no tendré fuerzas para irme. No me pidas que me quede, no lo hagas. Quédate, resuena de repente en mis oídos. ¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho? Cierro los ojos. Respiro por última vez tu olor. Suéltame, ordeno bruscamente. Los dos, que finjo. Con un pequeño empujón me separo de ti y pongo espacio entre los dos. Tus ojos se clavan en los míos por última vez. Las lágrimas siguen recorriendo mi cara sin parar. Silencio. Volveré…

sábado, 8 de marzo de 2008

La princesa y el enano

Había una vez una princesa que vivía en un palacio muy grande. El día de su 13 cumpleaños se celebró una gran fiesta a la que acudieron trapecistas, magos, payasos... pero la princesa se aburría. Entonces apareció un enano muy feo que daba brincos y hacía piruetas en el aire.
- "Sigue saltando, por favor", dijo la princesa.
Pero el enano estaba muy cansado y necesitaba descansar. La princesa se puso muy triste y se fue a sus aposentos. Al rato, el enano se fue a buscarla convencido de que la princesa se iría a vivir con él al bosque. "Ella no es féliz aquí", pensaba el enano, "Yo la cuidaré y la haré reír siempre." El enano recorrió el palacio buscando la habitación de la princesa pero, al llegar a uno de los salones, vio algo horrible: ante él había un monstruo con ojos torcidos y sanguinolentos, con las manos peludas y los pies enormes. El enano quiso morirse cuando se dio cuenta de que era él mismo reflejado en un espejo. En ese momento entró la princesa con su séquito.
- "Ah, estás ahí, que bien. Baila otra vez para mi, por favor."
Pero el enano estaba tumbado en el suelo y no se movía. El médico de la corte se acercó a él y le tomó el pulso.
- "Ya no bailará más para vos, princesa", le dijo.
- "¿Por qué?"
- "Porque se le ha roto el corazón."
Y la princesa contestó:
- "De ahora en adelante, que todos los que vengan a palacio... no tengan corazón."

(Basado en un cuento de Oscar Wilde)

martes, 4 de marzo de 2008

Esta soy yo...


Dicen que duermo poco, que me río poco, que hablo poco… Dicen que me pierdo entre mis sueños, que no sé dónde está mi sitio, que debería poner los pies en la tierra… Dicen que me pierde mi mal genio y que soy un desastre… Dicen, dicen…
Las personas siempre piensan que te conocen… Te evalúan y clasifican, y se sienten seguros demasiado pronto… Su punto de vista se vuelve una realidad muy difícil de cambiar… Entonces se sienten bien y dicen con orgullo que te conocen… Cuando haces algo que no entra en sus planes, significa que te pasa algo “raro”, no contemplan la posibilidad de que, simplemente, no eres como ellos creen…
Llega un momento que te hacen dudar, que ya no sabes quién eres, si tú mismo o lo que ellos ven en ti… Pero después llega otro momento, en el que te das cuenta de que no eres la pieza de ningún puzzle, de que no tienes que ser para nadie que no seas tú…
Y es entonces cuando eres libre… Es entonces cuando empiezas a tomar decisiones verdaderamente tuyas… Y ya no te importa que sea raro o no, que a los demás les guste, que les parezca bien o mal…

Esta soy yo, ni mejor ni peor… Y dicen que soy diferente, rara… Pero lo único que sé es que nadie me conoce porque ni yo misma me entiendo… Y está bien que sea así, está bien ser un caos… Creo… Y me entran ganas de llorar… pero es época de sequía…

jueves, 14 de febrero de 2008

SAN VALENTÍN


¡FELIZ SAN VALENTIN!

Ahora corre a la calle y gástate el dinero en peluches, corazones y flores...
¡Viva el amor verdadero!

martes, 5 de febrero de 2008


Lo malo de llorar cuando uno pica la cebolla no es el simple hecho de llorar sino que, a veces, uno empieza... y ya no puede parar...

jueves, 31 de enero de 2008

-Toma- me dijiste cuando nos conocimos-. Leelo cuando yo ya no esté.

Ahora te has ido y yo abro esa servilleta, que aún se conserva blanca, y descubro...
que no hay nada escrito...

viernes, 25 de enero de 2008

Vanilla Sky



EVERY PASSING MINUTE IS ANOTHER CHANCE TO TURN IT ALL AROUND...

miércoles, 23 de enero de 2008


Un caos de gritos...
Un caos de sueños...

Tengo que ser algo más...

Belleza inmortal


Una mujer desconocida y vestida de terciopelo negro entró en su fiesta. Era muy pálida e increíblemente bella. Algunos hombres quisieron bailar con ella, otros invitarla a tomar algo, pero ella, con educación, se negó.
En su camino hasta el trono hubo algunos que la reconocieron y, de repente, todo se quedó en silencio.
Cuando llegó ante la reina, hizo una reverencia. La reina le cogió la mano y la acompañó.
Ella y la muerte se fueron antes de que terminara la última canción.

sábado, 19 de enero de 2008

Una noche de viernes

Un ‘te quiero’ esparcido por el suelo… Trozos de cristal flotando en el aire sin dueño… ¿Dónde van los recuerdos cuando se olvidan?... Cuerpos sin vida, ideas entrelazadas… Un suspiro y un parpadeo… Un caramelo se deshace en la boca… Te cambio un beso por una sonrisa… El ruido de unos tacones y una uña mordida… Calor… Una copa desaparece entre trozos de cartón… Humo y fuego… Risas, todos… Un corazón es mordido, sólida sangre roja se disuelve en la garganta… ¿Y si no?... Una cabeza perdida, ojos cerrados… ¿Dónde va lo que no ves?... Unos pendientes y una tela… Unos ojos que esperan un botón… ¿Dónde va la tristeza cuando sonríes?... Cuerpos perdidos que gritan en silencio… ¿Dónde van las palabras que no se dicen?... Un deseo desesperado… No huele a nada… Interminable la espera y un tapón en el oído… ¿Por qué no huele a nada?... Figuras que se mueven, tristeza que me busca… ¿Dónde van los sueños que no recuerdas?... Pupilas expectantes, se encogen las ideas… Se enreda en las pestañas, llega tarde la soledad y las cerillas no se apagan… ¿Quién se bebe las lágrimas?... Un anillo se derrite y la barbilla no puede más… Ya está oscureciendo, parece que va a amanecer.

martes, 15 de enero de 2008

AMERICAN HISTORY X

Pensaba que no existía nadie en el mundo que no hubiese visto esta película. Pero, tras haber comprobado que sí, hago esta entrada por si queda algún despistado más por ahí, para que la vea.
La historia es perfecta y la actuación de Edward Norton brillante.

La trama de la película es la siguiente: Derek, un neonazi, es condenado a prisión tras matar a una persona negra. En la cárcel cambia su actitud y su forma de pensar pero, cuando por fín vuelve a casa, ve como se ha convertido en el héroe de su hermano pequeño que intenta imitarle y sigue sus pasos. A partir de ese momento concentrará todos sus esfuerzos en intentar que Dani se de cuenta de que el camino del odio no es el mejor.


- ¿Alguna vez has hecho algo que mejorara tu vida?

- No... Ayúdame...

"El odio es un lastre, la vida es demasiado corta para estar siempre cabreado."


"¿Será que, en el fondo de nuestra conciencia, sabemos que la pasión amorosa en un invento, un producto de nuestra imaginación, una fantasía?"

-Gracias, amigo.-

lunes, 14 de enero de 2008

Echar de menos

Entre hojas y ceniza miro por la ventana…. ¿Qué significa lejos?... Puedo oírte, verte… Pero lejos es no poder tocarte… ¿Qué estarás haciendo ahora?... ¿Estarás mirando por la ventana, como yo? Aquí hace sol, luego llueve… ¿Allí hará frío?
Vuelvo a las letras y al humo… Todo sigue aquí, todo sigue como siempre… Tengo ganas de hablar contigo para que acabe la monotonía, para que empiece a pasar el tiempo… Pero no, todavía no… Aún es pronto… ¿Cuándo volverás? ¿Habrás tardado en levantarte? ¿Habrás perdido… Me sorprendo con la mirada de nuevo al otro lado del cristal… pero ahora hay una sonrisa en mi cara…
Intento volver a concentrarme en lo que hay aquí, en las palabras… Canciones… “Todo lo que tengo que hacer es soñar”… Y entre sueño y sueño no consigo volver a la realidad…
Lejos… Si, estás lejos… ¿Se puede echar de menos algo que nunca has tenido, algo que no tienes?
Antes de volver a mi casa, a mi habitación, a mi vida sin ti, simplemente quería decirte cuanto me gustaría que estuvieses aquí y, si es posible echar en falta algo que nunca has tenido, cuanto te echo de menos…

Un beso

jueves, 10 de enero de 2008

Un poco tarde llega la primera entrada del año... (Lo siento, bohemios y principito)

Empieza un año... Supongo que la única diferencia será el escribir la fecha en nuestras queridas hojas de la facultad... Supongo que nada más ha cambiado... Y, sin embargo, siempre acabo llorando cuando termino de tomarme las uvas... Siempre acabo recordando el año que se termina, imagenes, situaciones... Pienso en lo que me espera, en lo que deparará el futuro... Y me acabo emocionando... No puedo evitar darme cuenta de que nada de lo que fue volverá a ser aunque aparentemente nada cambie... Y es eso, supongo, lo que más miedo da... Ni lo bueno ni lo malo será nunca más ni bueno ni malo... Queda, simplemente, en el pasado, en recuerdos que se pueden perder sin más... Me gustaría retenerlo todo, guardarlo todo en una cajita para poder sacarlo en muchos muchos años... Pero no puedo, se me escapa, como el tiempo... Y sin darme cuenta, estoy en un nuevo año... Otro más... Otro menos...
Y sólo me queda, a parte de desearos que seais lo más felices que podais en este nuevo año, agradeceros que hayais empezado a formar parte de esa cajita imposible y recordaros que pongais bien la fecha en nuestras queridas hojas de la facultad...

Un beso muy grande