lunes, 13 de julio de 2009

Amets egiteko

Poco convencida dejo irse a mi cordón umbilical, desaparecer entre la muchedumbre, irse con otros. No puedo creer que las bicis nuevas queden tan lejos. Siento que todo se encoje a mi alrededor, también la ropa. La ropa que llevaba puesta, ya no. ¿Dónde estarán los leones? Estás de vacaciones, ¡de vacaciones!, me digo, como si lo repitieses tú.
Abro los ojos. Me acaricio las piernas, pero no encuentro nada golpeándolas. ¿Y la cara? No, tampoco hay manos en mi cara. Ni siquiera agua. Miro el reloj: demasiado tarde para los cuernos. Aunque no tengo sueño, te lo cuento. Que es demasiado tarde.
Mis manos están vacías. Las observo por un lado y por otro pero no puedo encontrar nada. Sólo una canción sin sentido y un guante de látex, aún sin armar. Al levantar la vista para buscarte, me doy cuenta de, aunque pensaba que estaba sola, no es así. Estoy en medio de 80.000 personas y no puedo evitar reír. Sin poder creerme que sean tantas (80.000!!!!!!!!!!!!!) empiezo a contarlas… en inglés. O T T F F… Una lágrima comienza a caer, no puedo parar de reír.
Mejor ir a por un poco de agua. Cuando comienzo a beber, un extraño sabor me invade. PERO CUANTA SAL!! Me miras y te ríes, tú lo sabes. Pero ya no me importa porque así tú foto da sentido a la mía.
Busco casas, casas bonitas, para verlas juntos aunque soñemos por separado. Yo tengo una aquí. No es fea. Es cómoda, siempre caliente, siempre con la puerta abierta. Quisiera quererla, quisiera que me gustara. Pero no lo consigo. Sólo pienso en una casa que está lejos, en medio de una montaña. Para llegar hay que atravesar fría nieve y peligrosos ríos y, cuando llegue, estará cerrada. Pero no me importa, aunque mi cabeza diga que tengo un pequeño “síndrome”.

Podría seguir y seguir. Escribir de mi nariz y del mejor jugador a los palos, de manos teñidas y de quitarte pinzas en el desván, de cervezas, de juicios en medio del campo. Pero todo eso ya lo sabes.
También podría empezar diciendo “si mi cuerpo fuera pluma…” pero no quiero mentirte.
Prefiero contarte la sensación de libertad que sólo tú me has enseñado. Prefiero decirte que me gusta la forma que tienes de dejar todo mi mundo del revés, de hacer añicos lo que debería ser y dejar paso a todo lo demás. Prefiero que sepas que me gusta sentarme en cualquier sitio a no hacer nada. Me gusta hacer masajes mientras tú haces cosquillas y planear secuestros. Me gusta que medio chocolate sepa mejor que uno entero. Me gusta cuando me dices “ven aquí” porque has encontrado algo bonito y me gusta buscar cosas curiosas para enseñártelas. Hasta podría llegar a acostumbrarme a que interrumpas mis horas y grites en mi oído. Imagínate que hasta me gusta que me despiertes tocándome la náriz…

No sé en qué palabra podría resumirlo todo, porque quizás no exista, pero me gusta pensar que está cerca de la isla que se convirtió en montaña… por tu culpa.

1 comentario:

xmarilyn dijo...

esta entrada es hermosa...