martes, 4 de diciembre de 2007

Odio

Otra vez, la puerta de su habitación se cerró para defenderla, cobijarla, esconderla. Otra vez se apoyó en ella, con los puños cerrados con fuerza y la lengua apretada entre sus dientes. Otra vez comenzó a contar, uno, dos, tres, sin que diera resultado. Otra vez, gritaba, muy alto, para dentro, sin mas desahogo que un par de lágrimas, que resbalaron por su mejilla llenas de impotencia, rencor, ira, dolor y odio, sobre todo odio. No quería pasar ni un solo día mas entre aquellas cuatro paredes y rodeada de esas personas. Esas personas, esas discusiones, esos gritos y ese miedo. Se hizo gracia a sí misma, pensando lo mismo que ayer y que antesdeayer. Siempre volvía a caer, siempre volvía a pasar, siempre. Oyó sus firmes pasos acercarse. Ya conocía aquella sensación, aquel impotente pánico a su fuerza. Suplicó, a quienquiera que la escuchase, si es que alguien lo hacía, justo antes de sentir la puerta golpearla, no con mucha fuerza. Vuelve a sentarte donde estabas, escuchó antes de soltar un leve suspiro de alivio, aunque lo peor estaba por venir. Apretó mas aún sus puños y dientes, si era posible, y obedeció sin rechistar. El miedo la dominaba, aunque no sabía que prefería. Él aguardaba al otro lado de la puerta. Sin ni siquiera levantar la mirada, ella cruzó el umbral de la puerta, eso si, lo mas arrimada al otro lado que podía, y se dirigió hacia donde había estado sentada. Oía su respiración detrás de ella. Sentía su rencor crecer junto con la impotencia frente a él. Su cuerpo comenzó a temblar y a aliviar aquella furia de la única manera en que su sentido se lo permitía, llorando. Una vez sentada, intentó perder su mirada, en cualquier parte, daba igual. Trataba de distraerse, no pensar en ella, pero no sabía cómo. Comenzó a entonar mentalmente una canción. Intentaba concentrarse en ella, convertirla en la reina de todos sus pensamientos. Lo intentaba de verdad, pero las lágrimas le brotaban de los ojos cerrados sin parar. Comenzó a gritar otra vez, en silencio, claro. Abrió los ojos y se sorprendió a sí misma con las uñas clavadas en sus piernas desnudas, desgarrando su piel y dejando gruesas líneas rojas tras de sí. Era la única manera, no había otra, de gritar. Puedes irte ya, si quieres, resonó en sus oídos. Dilo, pensó ella, dilo, que te mueres por hacerlo, Solo lo he hecho para que me respetes, venga, dímelo. Respeto, le hacía gracia esa palabra, y la facilidad con que la gente la confundía. Porque a ella, ni de lejos le parecía lo mismo respetar que temer. Y ella, no le respetaba… Se levantó y se dirigió hacia su habitación. Antes de haberle dado tiempo a salir de la sala, unas palabras se clavaron en sus oídos. Suplicó de nuevo, aunque ya sabía, que nadie la escuchaba. Suplicó en silencio, para sus adentros, que esas no fueran las palabras que ella creía. Pero el eco que habían hecho en su interior, le contestaron, haciéndole enloquecer de rabia. No quiero, se atrevió a responder. Él se levantó amenazante y repitió con firmeza, Dame un beso. Comenzaba a perder el control. Su cara ardía, sus ojos no dejaban de llorar, como los negros nubarrones de una tormenta, su lengua sangraba, dolorida, atrapada entre sus implacables dientes. Gritaba, mas alto que nunca. Cuando sus caras se acercaron, pensó irremediablemente en hacer lo único que le apetecía en esos instantes, escupirle, asqueada por su persona al completo, pero no pudo. Esa persona también incluía demasiada fuerza. Apenas sus labios hubieron besado su piel, salió corriendo, a refugiarse entre sus sábanas. Y allí calló, rendida, abatida y humillada. Después de aquello, no le quedaban fuerzas ni para odiarle. Se encogió en sí misma y se abrazó a la almohada, sola. Sin nadie que le dijese, No llores, yo estoy contigo, o, Duerme, mañana estarás mejor, o, simplemente, la abrazase y llorase con ella en silencio. Sola. Suspiró y se puso a llorar. A llorar hasta la última lagrima que le quedase, no podía guardar ninguna. Para que mañana, en el trabajo, nadie note nada.

8 comentarios:

Anita dijo...

Para todas las mujeres que mascan con impotencia todo su odio en silencio...

Y para ti, principito, que todo te sabe a poco...

Leteo dijo...

Está bien eso de que me dediques los textos... podría acostumbrarme.

Anónimo dijo...

Levantarse tan temprano y leer este tipo de textos no puede ser bueno ni de coña.

Toda una lección expresiva. Muy bien escrito.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Recuperar la cuenta de GMail asociada a mi blog me ha resultado imposible, de modo que he tomado la decisión de trasladarlo a otra ubicación. Es exactamente el mismo; únicamente perderemos los comentarios. Aun así, dentro del mismo hay un enlace al archivo antiguo.

El nuevo blog: Aquí

Cuando tengas tiempo Ana, cambia el enlace de la izquierda.

Anónimo dijo...

Manifestación el viernes 15 a las 20:00 a favor de que Ana actualice ipso facto su blog.
La marcha transcurrirá PACIFICAMENTE desde la puerta del Sol hasta el domicilio de la misma (preparad buenas botas y bocadillos)
Pásalo!

Anónimo dijo...

¿Tiene que ser necesariamente el día de mi cumpleaños? :-P

Anónimo dijo...

jajajaja... eso eso... a manifestarse. y para que dani no se queje al finalizar la marcha cantaremos el cumpleaños feliz al unísono.
Por cierto, este texto es muy poco mundano