miércoles, 31 de octubre de 2007

No son buenos tiempos para los soñadores. No son buenos tiempos para las cosas pequeñas. No son buenos tiempos para las palabras sin hablar.
No tengo nada que explicar, nada que tú no sepas ya.
Es el hecho de encontrar a alguien con quien hablar, alguien bueno. Una persona que va mas allá y te invita a ir con ella, que te ofrece su mano. Eres tú, que no te subes al tren por simple curiosidad. Tú, que sabes que yo tampoco subiré. Y soy yo la que, por ese simple detalle, sé que eres lo que nunca encontré, esa flor en medio del invierno. Esa persona que me hace pensar, con mas esperanza que nunca, que otro mundo es posible, que no todo esta perdido.

Por eso. Por todo.

martes, 30 de octubre de 2007

Feliz reencuentro

Paso rápido. Fresco de madrugada. Resol del amanecer. Humedad. Ya lo oigo, ya lo veo. Necesito llegar, algo me llama. El caminar se convierte en un ligero trote. Ya queda poco, apenas unos pasos. La piel se me eriza. Ya esta. Respiro profundamente. Dejo que me acaricie los pies. Suave, tierno, delicado. No consigo contener las lágrimas. Sonrío. ‘Te he echado de menos’, susurro. Mi mirada se pierde en su inmensidad. Nadie cerca. Absolutamente desierto hasta donde alcanza mi vista. Sólo él, mi soledad y yo. Bastante. Suficiente. Nada que eche de menos.
Comienzo a caminar lentamente, sin alejarme. No, no dejes de acariciarme. Largo paseo. A su lado, siempre cerca, rozándonos suavemente. El sol ya ilumina todo, me indica que debo marcharme ya. ¡Qué rápido pasa el tiempo a su lado, qué lento lejos de él! Y pensar que estos instantes me alimentan, me ayudan a vivir en la distancia… ‘Volveré, te lo prometo’, pienso. Sé que lo sabes. Me doy media vuelta. Me cuesta dar el primer paso pero avanzo con decisión después. Ya no te siento, no te noto en mi piel. Me paro. ¿Es mi nombre lo que susurras? No llores. Sabes que te pertenezco, que es aquí donde me traerá mi corazón. Contigo, a casa. Una última lágrima. Comienzo a correr.
El mar…

lunes, 29 de octubre de 2007

Te perdono

Silencio… Oscuridad… Sólo una tenue luz entra por la puerta entreabierta, iluminando su cara. Está dormido. Ella se sienta al borde de la cama, a su lado, despacio. No le quiere despertar. Le mira dulcemente y acaricia su mejilla. Otra vez el monstruo del tiempo le ha ido comiendo las horas. Otra vez no le ha visto amanecer, no le ha dado un beso de ‘buenas noches’. Otro día sin el color de su sonrisa, ni el de su llanto. Ya ni siquiera pide el olor de su felicidad, se conformaría con el de su tristeza. Pero otro día mas sin oler, sin ver, sin oír… sin sentir. Y él no la ha dejado ni un segundo. La sigue cuidando, queriendo… esperando. No le importa hasta cuándo, no lo piensa. La quiere. Ella comienza a derrumbarse, las lágrimas ya recorren sus mejillas. Y llora, en silencio, para no despertarle. Le besa suavemente. Le observa. Le gustaría tumbarse entre sus brazos, pero no puede, rompería su sueño. Acerca su cara a la suya y le susurra al oído:
“Lo siento, mi vida. Lo siento muchísimo. Perdóname.”
Se levanta despacio y camina hasta la puerta de la habitación. Sus ojos se abren y la ven alejarse. “Te perdono”, piensa

El comienzo

A petición de una persona a la que he aprendido a querer demasiado en demasiado poco tiempo, empiezo este blog con la esperanza de que le guste y de que me pueda concocer un poco mejor.

Por supuesto, todo el mundo será bienvenido e invitado a colaborar y participar.

Ahí queda. Espero que no te importe que te llame amigo.

Un beso.