miércoles, 17 de junio de 2009

Rosas blancas

“Tu mirada distraída me acarició sin quererlo y en el acto, en cuanto se encontró con la atención de mis ojos, se convirtió en aquella manera tuya de mirar (…), esa mirada tierna que te envuelve y a la vez te desnuda, que te rodea y casi te toca (…). Tu mirada, de la que yo ya no podía ni quería deshacerme, aguantó la mía uno o dos segundos, y luego continuaste adelante. El corazón me latía con fuerza, me vi obligada a ralentizar el paso y, cuando me di la vuelta por un impulso que no se dejaba reprimir, vi que te habías detenido a mirarme.”

Stefan Zweig - Carta de una desconocida

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Es curioso" pensó, y tomó nuevamente la carta entre sus manos. Arriba a manera de título, aparecía escrito: "A ti, que nunca me has conocido". Muy extrañado, se detuvo. ¿Se trataba de una carta destinada efectivamente a él (...)? De pronto, saciando su curiosidad, comenzó a leer...

Leer a Zweig es un placer siempre. Aquí es lujo. Una rosa blanca...