viernes, 12 de junio de 2009

¿Un día cualquiera?

Ruido. Me quejo. Hasta en sueños oigo el sonido del despertador. Abro los ojos. Mal despertar. Otra vez he olvidado que yo no sueño. El reloj dice que es tarde. Correr. Apenas dos minutos para que el agua resbale sobre mi piel. Prisa. Ropa y puerta. Mis pies se mueven solos. Correr. Ruido, empujones y yo sólo quiero dormir. Prisa. Sólo tumbarme en la cama y que nada ni nadie me molesta. Prisa. Entre pisotones oigo un pitido escaparse. Correr. Resoplo. Soy un desastre. Prisa. Correr. Con lo bien que estaba yo en la cama. Calor. Abrir frente a mí. Cerrar. Abrir. Cerrar tras de mí. Correr. Subir. Calor. Otro motor. Prisa. Respiro hondo. Ya está.

La tranquilidad me envuelve. La luz se ha apagado y un cristal da vueltas, sin parar. Pero está quieto, sin preocupaciones. Como yo. Como un rayo cualquiera. Como un ibuprofeno mágico, que puede con todo. Años, historias, viajes. Todo se ha ido. Todo menos una suave voz. No me canso. Ya no quiero dormir, sólo escucharla, sólo paz. Nada se mueve, ojos y risas. Hasta el agua descansa ya.

Vuelve a sonar el despertador. No, yo no sé soñar. Que me pierdo. Adiós. Prisa. Calor. Correr. Correr. Correr.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso y agotador...

Pero todos soñamos. Y todos estamos extraviados de alguna manera.

Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía.
Perseguir los sueños hasta hacerlos materiales.

Tal vez, así, te ayudo a cerrar el círculo. La interrogación.

Jesús V.S. dijo...

Correr, correr y correr... para llegar a buen destino. :)

Siempre...

Me gusta. Un besillo. :D