jueves, 13 de noviembre de 2008

Una fotografía. Un momento, instantes. Sabía que allí pasaba algo y tuve la necesidad de mirar. Intenté evitarlo, pero las luces parpadeantes de un coche de policía no ayudaron mucho a mi propósito. Mis ojos se deslizaron poco a poco y, en pocos segundo, supe no tendría que haber mirado.
La imagen que vi me impactó tanto que mi pie pisó el freno de repente, sin avisar. El coche paró en seco y el claxon de protesta no tardó en llegar. Tardé en reaccionar, en volver a meter primera.
Aquella escena aun permanece fresca en mi memoria y, con frecuencia vuelve a mí. Cuando esto sucede, mi mirada sigue perdiéndose en el vacío, mis músculos pierden fuerza y una lágrima asoma tímida, sin hacer ruido, igual que se va. En ella se refleja por unos segundos un hombre. Un hombre y un niño. El primero lucha, lucha contra otro, se aferra con fiereza a lo poco que tiene. Grita con rabia, impotente al ver que le arrancan sin miramientos lo que le mantiene a flote. Pero no se resigna. No quiere que si hijo le vea rendirse. Pelea, grita, intenta zafarse de las garras que le aprisionan. El otro, un niño, llora. Llora porque no entiende, porque no sabe. A sus pies, un par de mantas, una silla rota y una maleta vieja. Toda una vida que espera, tirada en medio de la calle. Sus ojos empañados miran a los adultos. ¿Por qué gritan? ¿Por qué pegan a su padre? Sus brazos cuelgan, sin fuerza, pegados al minúsculo cuerpo. Está asustado pero no tiene miedo a perder, nunca ha tenido nada.
La lágrima huye, al igual que su reflejo, lejos. Muy lejos de una fría mañana frente a la cárcel de Carabanchel.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Leiste el libro de Cormac McCarthy La Carretera?

Algo en tu imagen del padre y el hijo me lo ha recordado. Perturbador, pero ajustado a los tiempos... Apocalipsis y poesía, si es que es posible que ambas convivan.

Anita dijo...

No he leído el libro pero gracias por la recomendación. Acabo de terminar un libro que me gustó mucho y estaba un poco desamparada.

Si, supongo que si que pueden convivir. ¿Apocalipsis poético? ¿Poesía apocalíptica?

Un beso!

Anónimo dijo...

Perdona, no había visto, despiste... creo que en realidad apocalipsis y poesía. Pero desoladores ambos.

¿Qué libro leiste? ¿Desamparada por qué?

Anita dijo...

"La ladrona de libros" de Mark Zusak.
Desamparada porque la historia es muy sencilla y cotidiana. Desde el primer momento me convencí de leerlo poco a poco para no perderme ningún detalle. Durante mucho tiempo leí un capítulo al día, siempre por la noche, siempre antes de acostarme.
Cuando acabé estuve unos días un poco perdida, ya no tenía la ilusión de que llegara la noche para poder seguir un poquito más con mi pequeña rutina. Ahora busco sin mucho éxito un libro que me susurre tanto.

Un beso!

Anónimo dijo...

Me sucede muchas veces: terminar de leer un libro, terminar de ver una película, de escuchar una canción u otra música y sentir que me falta algo importante. Un vacío desasosegante. Me ha sucedido con varios libros recientemente. Libros susurrantes, qué lindo!

¿Qué literatura lees?

Anita dijo...

Leo casi cualquier cosa que pasa por mis manos.

Anónimo dijo...

Ah! respuesta con truco: no vale no especificar (ya se que me meto yo en un fangal, el gran explícito...).

Un día te regalaré un libro. Como en las películas, llevaré una flor y algo de un color, para ser reconocible (¿O ya lo seré?). Y tengo que saber tus gustos.