miércoles, 19 de noviembre de 2008

Hitler y la libertad

Parece que todos tenemos la palabra libertad en la boca. Unos creen que la tenemos, otros pensamos que no, pero parece la meta final de todos nosotros, tanto para los que realmente la buscan y para los que sólo la nombran.
¿Sabemos realmente lo que significa LIBERTAD? El libro "El miedo a la libertad" la describe muy bien. Fromm plantea su propia idea, en la que el lector acaba por preguntarse si es realmente lo que quiere.
El ser humano, por su naturaleza, necesita sentirse querido, parte de algo. Tendemos a agruparnos para poder identificarnos con los demás, y excluímos a los que no forman parte de nosotros para sentirnos más fuertes.
Eso es lo que he visto hoy en unas imágenes de la época nacionalsocialista. Hitler, apoyado por su partido, dio a las personas lo que querían. Les hizo sentirse parte de algo, de algo con poder. Les dio colores, a todos los mismos. Un símbolo, un gesto, unas palabras. Todos eran uno. Todos perseguían los mismos fines, los de unos pocos. Si el nacionalsocialismo llegó tan lejos no fue sólo porque una minoría lavase el cerebro a los demás, sino porque el resto estaba sediento de nuevas ideas. Necesitaban unidad, necesitaban fuerza.
Y, ¿qué mejor que además "excluír" (por usar algún eufemismo)a los que no pertenecían a su grupo? Eso les daba poder. Manos a la obra.
Por un tiempo todos estuvieron protegidos por su grupo, todos formaban parte de algo que daba sentido a su existencia. Nadie quiso darse cuenta de que, su mesías, no debería formar parte del grupo del que predicaba.
No le quitemos méritos a Hitler. No era una gran persona, pero si un gran vendedor: vendió algo que el resto no quería por un preció desorbitado (otro eufemismo). Pero todos lo compraron.
El libro "The wave" de Morton Rhue habla de un experimento ficticio, en el que un profesor propone a su clase identificarse como grupo. Se inventan unos saludos, unos gestos y unos símbolos. Al principio todo marcha bien, los alumnos se sienten a gusto y unidos. Poco a poco el colectivo va degenerando hasta, como en los años nazis, despreciar al resto, llegando a emplear la violencia por defender y proteger el grupo. Eso sí, dentro del grupo se ayudan y apoyan unos a otros.
¿Quién quiere entonces la libertad? ¿Para qué? Fromm nos describe la libertad como la ruptura de todas nuestras ataduras, y eso es algo que no mucha gente quiere. Romper con las ataduras monetarias, políticas y... sociales. En todos los sentidos. Volver a ser un individuo, sin más. Esa es la verdadera libertad y no la descafeinada que con tanta facilidad nombramos. Dejemos de comprar todo lo que está a la venta.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

el hombre esta condenado a ser libre...
Condenado porque no se ha creado a si mismo y, a pesar de todo, es libre.
Porque, una vez ha sido lanzado al mundo, es responsable de todos sus actos...
yo.

Anónimo dijo...

Los individuos nos pertenecemos unos a otros. Eso es así. Lo que pasa que a veces nos da miedo reconocerlo.

Anónimo dijo...

Perdona, he estado fuera de circulación unos días...

Interesante el tema. El de la libertad, me refiero. Ya casi nadie se acuerda del pasado. La amnesia terminará con esta sociedad. El problema es el miedo: un miedo líquido que inunda una sociedad líquida. Interesante Bauman en este sentido. Interesante Fromm. Eres lista: no está todo en venta, no, ni todo lo que está en venta se debe comprar...

Jesús V.S. dijo...

El libro de Erich Fromm es bastante bueno, pero además no se queda sólo en la definición de libertad, por así decirlo. Me lo leí el año pasado para Sociología y me gustó bastante.

Hitler, como tú dices, era un gran vendedor, y además una persona muy inteligente -independientemente de sus prácticas e ideas-. Además se rodeaba de gente igualmente inteligente y muy válida -como Leni Riefensthal, por ejemplo.

Respecto al experimento, creo que sé de qué hablas. Lo estudié en bachillerato, en la asignatura de sociología. Existe otro similar, pero con niños, mucho más drástico.

Un texto interesante. Un beso Anita.

Anita dijo...

Tú: somos responsables pero nos damos cuenta de ello? Creo que no.

Anónimo: Creo que da más miedo reconocer que la libertad sólo es posible sin pertenecer a nadie.

Anónimo: Nos acordamos del pasado que queremos. Sobre el otro guardamos un silencio sobrecogedor.

Txetxu: La verdad es que ese fenómeno sólo podrían haberlo hecho arrancar los mejores publicistas de la historia.
El experimento del que habla el libro es con niños. Un libro muy bueno.

Muchos besos!

Anónimo dijo...

De acuerdo y no. ¿Memoria selectiva? Como persona es aceptable. Al final nuestros recuerdos son las cosas positivas, y dejamos en el olvido aquello desagradable. Respecto al pasado, siempre nos han dicho que para eso sirve la Historia. Y no es selectiva. En la Historia está todo. Debe estar todo.

Otra cosa es lo que nos es usurpado. Lo que nos niegan. Ese silencio si que es sobrecogedor. Más cuando nadie reclama la palabra. Y nos conformamos. Olvidamos. Error.

Hitler no es publicidad, es propaganda. Entre la persuasión y la coerción hay una diferencia. Y la libertad no es sólo ausencia de coerción... está la capacidad efectiva de hacer.

Un beso, con cariño...

Anónimo dijo...

Y pensaba, ahora y no se por qué, al ver el título de tu blog... ¿con qué cosas sueñas?

Anónimo dijo...

Porque los sueños... no pueden comprarse. Como no se puede elegir la materia de la están hechos...

Anita dijo...

Con cosas imposibles... supongo...

Anita dijo...

¿No son los sueños tan imprevisibles como indescriptibles?
¿Con qué sueñas tú?

Anónimo dijo...

A veces sueño con personas que no conozco, y me asusta. Y casi nunca con quien me gustaría. Y me entristece. Me gusta soñar despierto.

No suelo recordarlos, por más que al despertar los busco en la mente: indescriptibles. Quizá no sean tan imprevisibles.

"Te dejaré estar en mis sueños si yo puedo estar en los tuyos..."

Anita dijo...

Siempre los recuerdo... nunca sueño dormida.

“Yo sé que soy el sueño de alguien que me piensa y lo acepto. Sólo me angustia cuando pienso: ¿Quién es el dueño del sueño que piensa al que me sueña…?”

Anónimo dijo...

Hermoso. Te pienso, de vez en vez... y no se si hay algún dueño de mí.

Suéñame un día, dormida!

Anita dijo...

No sé como soñarte... ¿Cómo se sueña con un desconocido?

Anónimo dijo...

Te lo decía 4 mails más arriba, pero es verdad que también te decía que me asustaba soñar con desconocidos.

No debo ser, entonces, "de los sueños", sino de aquellas "otras cosas imposibles".

Tampoco te conozco más que por la palabra. Palabra amplia y hermosa. Sólo falta la mirada, que es lenguaje del corazón