martes, 26 de mayo de 2009

Este partido se juega en Europa

Hoy me ha llegado una carta. No me gustan las cartas. Están anticuadas, obsoletas. ¿Quién necesita una carta cuándo para salvaguardar la cultura ya están los toros? Todas esas tonterías son culpa de Zapatero. Escribiendo cartas en vez de dirigir el país.
Pero a mí me hace ilusión. Jose Luis me escribe habitualmente. Son cartas largas, llenas de sentimiento. Me escribe para explicarme lo que hace, su día a día. Me escribe para explicarme cómo trabaja para mí, para nosotros. Me escribe para corroborar mis derechos y libertades, para describir sus acciones sociales, sus nuevas propuestas.
Me gusta que me escriba, sus frases me dan ánimo, ganas de seguir. Lo que más me gusta es que siempre lo hace de forma desinteresada, sin ningún fin específico. Únicamente para que sienta que hay alguien que se preocupa por mí, se interesa por mis problemas y los de los demás.
Hoy me ha llegado su carta. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas, de emoción. En su última carta, Mariano me dijo que también me escribiría pronto. Espero que no tarde, me muero de ganas de que, también él, atienda mis necesidades.
Me encanta que se acuerden de mí, sobre todo cuando no piden nada a cambio.

¿A vosotros también os escriben?

3 comentarios:

Leteo dijo...

quiza demasiado sarcasmo, no?

Jesús V.S. dijo...

Tal vez.. aunque me hizo bastante gracia.. :) Un beso.

Anónimo dijo...

El sarcasmo es necesario, como la lluvia y el sol. Como el pan y el hambre. Como la vida y la muerte. Me escriben ellos también a mí, y lo suyo si es sarcasmo, broma: porque de mi si esperan la oportunidad de seguir haciendo lo que parece que hacen. Lo que no saben es que yo les sigo la pista, les imagino en sus rígidos despachos escribiendo esas largas cartas sesudas e interesadas. Les veo en los telediarios y en los diarios. Escucho sus pasos. Conozco en qué dirección caminan. Construyen lo que les dijeron. Se sienten orgullosos.

Me lo pones, me lo ponen en bandeja: rompo la carta. Me descalzo al llegar a casa. Abro un libro. Me olvido de que ellos se olvidan de mi 5 minutos después de escribir mi nombre en su sobre.