martes, 23 de diciembre de 2008

Frankenstein o el moderno prometeo

Lo intenté varias veces y varias veces fallé, nada raro. Por más que me lo proponía no era capaz de pasar de la primera página, que he terminado por saberme de memoria.
Hace un par de semanas volví a cogerlo, como tantas otras veces. Siguiendo la costumbre, fue cuando no tuve qué leer, “hasta que encuentre algo mejor”. Pero esta vez no fue así. Sin saber por qué, a la noche siguiente volví a aceptarle como compañero de cama. La experiencia fue placentera así que, noche tras noche, me acompañó en las horas más oscuras, cuando todo duerme menos los libros y la luna. Y así hasta que ayer acabó nuestra corta pero intensa relación.
Por el mito, por las historias qué se yo, me esperaba una monstruosa novela sobre un monstruoso monstruo. En definitiva, una monstruosidad. Pero nada más lejos de la verdad.
Frankenstein, un joven científico, crea un ser cegado por la obsesión de descubrir los secretos de la vida. Una vez terminada su obra, huye despavorido al encontrarse cara a cara con su creación, un ser demasiado horroroso como para ser observado. El libro, oda al amor, recrea sus vidas, tanto cuando están juntos como separados.
Bajo mi punto de vista fiel reflejo de la sociedad, no consigo recordar un libro que me hiciera sentir tan vivamente la soledad. Más que la mía propia, la de tantas personas que la sufren. Duele pensar que somos así, tan despiadados, pero pensar, en general, duele. Se me viene a la cabeza “El jorobado de Notre Dame”: ¿quién el hombre, quién el monstruo? Al igual que los diferentes protagonistas, ¿tenemos todos dos caras, un bondadosa y amable y otra cruel y despiadada? Supongo que sí.
El ser, comúnmente llamado “Frankenstein” pero que en ningún momento es bautizado, aspira “sólo” a la aceptación, al cariño y la amistad. A lo largo de las veladas, sus ilusiones se iban despedazando, a la vez que las mías. Llorábamos juntos, sonábamos juntos, todo lo que había a nuestro alrededor se rompía al tiempo. Y sólo deseaba mirar a los ojos a ese “monstruo” y darle la mano, sin miedo, porque ninguno de los dos estaríamos solos nunca más. Quizás Frankenstein cumplió su promesa y terminó su obra, creándome a mí.
¿Realmente no hay nada más? Tal vez sea así; y lo único que nos queda es vagar sin rumbo por la oscuridad. Tal vez sea el moderno Prometeo que ha venido a iluminar con su fuego mis noches.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Prometeo se atreve con lo que dios ha prohibido: robó el fuego de los dioses para los hombres. Poner en sus manos poder para destruir. Y también invento el sacrificio: un desastre. Y sin embargo lo consideramos modelador de la civilización. Mitos...

Frankenstein, o sea, su monstruo sin nombre, el Prometeo de Shelley -ya pusiste palabras suyas- habla de crear y destruir vida, atributo de dios, hasta el momento, que le arrebata. Como Prometeo el fuego. Ciencia ficción moderna, quizá la primera, aunque antes hay otros de su mismo mito antes y después: Eva creada de la costilla de Adán, la mujer de marfil de Pigmalión, el Golem judío, Pinocho de Collodi o los replicantes de Blade Runner. Todos tejidos en las honduras de la tierra. Robar fuego, insuflar vida... al fin y al fin, hacer de dios. ¿Y dios? Los secretos del cielo y el mar. Naturaleza. Dios es el miedo de los hombres, de sus almas, a la oscuridad última... otro mito. Y al tiempo, el monstruo es la perversión de la ciencia, del desarrollo. Los monstruos del sueño de la razón... El bien y el mal.

Me interesa del monstruo el rechazo sufrido: los humanos 'normales' son la antítesis del monstruo 'anormal', la conciencia de la fealdad reflejada, el dolor, el aprendizaje, su amor por la belleza sensible, el deseo por una mujer y su destino de los marginados: verse con los ojos de quienes le odian. Su sentimiento humano de venganza ante el amor no conseguido, la compañera destruida... Todo terminará: "allí recogeré todo cuanto pueda arder para construir una pira en la que pueda consumirse mi mísero cuerpo".

(¿Has visto 'El espíritu de la colmena', de Víctor Erice? El fruto de algo tan sencillo, y tan complejo y fascinante, como la incapacidad de los niños de entender la diferencia entre realidad y ficción).

Y, veo, con la música no coincidimos... Seguimos probando: http://www.youtube.com/watch?v=zUW8-ttj95s&feature=related

Anónimo dijo...

(Disculpa la elocuencia, será esta fiesta extraña)

Había olvidado un detalle, Ana...
¿Puedo llamarte Ana? imagino que es tu nombre. También he pensado como tú hasta que concluí que me estaba confundiendo de autor: Hans Christian Andersen, y el Patito se conviertió en un cisne razonable.

Tu llevas un buen camino: interior y por fuera. La belleza no se si la sabe modelar bien el hombre; pero Víctor F. no tocó altas cimas...

Diego dijo...

No, no te dejo "C". Para ti sólo hay noches con música y vino. Para ti sólo hay palabras. La "C" no es nada. Tú eres más.

Leteo dijo...

A mí me recuerda más a Eduardo (Manostijeras) que a Quasimodo.

Anita dijo...

Anónimo: No, no la he visto. La música se acerca un poco más.
¿Qué difícil es ser dios?

Anónimo: ¿El patito feo? No entiendo.

Diego: Noches de vino y palabras. Si no es nada, no te preocupes. Hay un proverbio chino que dice "Si tu problema tiene solución ¿por qué preocuparse? Si no tienen solución ¿por qué preocuparse?"

Principito: Pero Eduardo Manostijeras es guapo!!
Bueno, en serio, Eduardo sí que llega a tener una aceptación entre los que son "normales" cuando ven su "utilidad". Él no tiene sentimientos de ira o venganza.


Un beso!!

Leteo dijo...

Ya, pero también le juzgan y le temen debido a su aspecto.

Anónimo dijo...

¿Qué difícil hacer de dios? Para el hombre, sí. Para algunos, no: veo lo que sucede en Palestina, rezar, quitar vida, pretender darla, sembrar de sangre la tierra... plagas bíblicas en vivo. Ningún dios ha sido bueno para el hombre, quizá porque los crea el propio hombre en su mente.

"Quizás Frankenstein cumplió su promesa y terminó su obra, creándome a mí..." La novia del monstruo. Te tiendo, si es así, mi mano. Nunca he logrado verme en los ojos de un alma gemela... ¿Tendrás esa generosidad?

(No me atrevo, Ana, a desearte feliz año nuevo... tal vez dejémosle empezar mal y démosle la oportunidad de ir mejorando)

Otra canción (tómala como un regalo), para empezar el año dado que vamos por el buen camino: http://es.youtube.com/watch?v=cIkosxIvEQw

Un beso! Mis mejores deseos...

Pau dijo...

Casualidad o causalidad?
Como sea, pero encontré tu blog sin buscar nada en particular y me encantó.
Sentí como si mis pensamientos también los pensara otros. Fantástco.

Un abrazo... y buen año!

Anónimo dijo...

Otra vez, Ana, el estruendoso silencio de la nieve... y esa honda calma del espíritu.